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Ecuador y Perú: la crisis política que no esconde la crisis económica | Manuel Luis Rodríguez | Mapa de América Latina

Ecuador y Perú: la crisis política que no esconde la crisis económica | Manuel Luis Rodríguez | Mapa de América Latina

Dos de los países de la costa del Pacífico de América del Sur enfrentan hoy una severa crisis política e institucional. Ecuador y Perú están sumergidos en una confrontación entre sus Presidentes y sus respectivos Congresos, en el contexto de una crisis económica, sanitaria y migratoria de carácter prolongado.

La Asamblea nacional ecuatoriana introdujo en el Tribunal Constitucional un pedido de destitución del Presidente Guillermo Lasso, mientras el Congreso del Perú aprobó un proceso de destitución de la Presidenta Dina Boluarte. Extraña coincidencia histórica, donde los propios instrumentos de la Constitución vigente en ambos países, sirven al juego político de intereses de los partidos de oposición para desestabilizar en 2023, al gobernante de turno. Mismo recurso utilizado por la oposición de derecha para destituir a la Presidenta Dilma Roussef de Brasil en 2016.

La única diferencia que separa a Lasso de Boluarte, es que el Presidente ecuatoriano fue elegido democráticamente, mientras que Boluarte fue elegida “a dedo” por el Congreso peruano, una especie de “golpe político parlamentario”, tras la fracasada tentativa de “golpe político presidencial” de su antecesor Pedro Castillo.

Perú y Ecuador comparten un modelo económico y comercial abierto al mundo y a la globalización, con un fuerte peso de la renta petrolera y minera, en economías cada vez más transnacionalizadas y dependientes del capital y la inversión extranjera. Es decir, siguen siendo economías productoras de materias primas y recursos naturales y energéticos, e importadoras de tecnologías y capitales. Además, las dos economías se encuentran hoy en un acelerado proceso de transición desde el predominio de la inversión estadounidense, hacia el predominio de la inversión china.

Pero ambos países comparten además, en los años recientes, una prolongada crisis económica derivada del impacto de la pandemia covid19 y de los desastres naturales resultantes del cambio climático y de la aplicación más o menos sistemática de políticas neoliberales, dando origen a un descontento social radicado en los trabajadores y los pueblos originarios empobrecidos por la inflación y la pérdida del poder adquisitivo.

Las sucesivas etapas de dificultades económicas, en los recientes 10 años, han sido la causa principal de la migración ecuatoriana y peruana hacia los países sudamericanos más cercanos. La inestabilidad, la inseguridad, la incertidumbre, el deterioro del empleo, de los salarios y de los ingresos, la falta de trabajo y de oportunidades, producen desesperanza y migración. Y esas corrientes migratorias ecuatoriana y peruana llegaron a sus países de destino, sin producir conflictos, casi en silencio.

Por Perú y por Ecuador han transitado además, los cientos de miles de venezolanos emigrantes, que huyen de la crisis económica y social de su país, quedando estacionados en las ciudades ecuatorianas y peruanas que forman parte de la extensa ruta migratoria que los lleva desde Venezuela y Colombia hacia Bolivia, Argentina y Chile. Los migrantes venezolanos -como siempre ocurre en estos casos- modificaron las debilitadas relaciones sociales y culturales de las comunidades de acogida de Ecuador y Perú, acentuando las tensiones y conflictos.

La crisis económico-social y la actual inestabilidad política e institucional, encuentran sus causas basales, estructurales, en una profunda fractura social, económica, cultural y territorial que atraviesa la geografía y la historia de ambas naciones y ambos Estados.

Allí se estructura un sistema político donde la división y proliferación de partidos y coaliciones políticas, acaso reflejo de las diferencias sociales, étnicas y territoriales, acentúan la inestabilidad y la ingobernabilidad. Y en esta crisis socio-política y económica, los movimientos populares y las organizaciones representativas de los pueblos originarios, juegan un rol cada vez más influyente en todo el sistema político. ¿No será que el pueblo en la calle no se siente representado por las instituciones políticas?

Crisis política y fragmentación de partidos y coaliciones, crisis económica y sanitaria no resuelta, inestabilidad política y de las instituciones, deterioro del riesgo país en el extranjero, incertidumbre social, política y económica. Mal pronóstico para los dos países andinos de América del Sur.

Manuel Luis Rodríguez U.

31 marzo 2023.