Farándula por rating | José Luis Córdova | Hablemos de la tele | Opinión
Si El Mercurio no miente, en este caso los espacios de farándula en la televisión estarían permitiendo subir el rating y, por ende, mejores negocios para la publicidad y las productoras de programas. El periodista Ignacio Gutiérrez encabezaría esta cruzada animando “El Purgatorio”, donde figuras populares se “sacan todos sus trapitos al sol”, aunque desde su primer capítulo, el Consejo Nacional de Televisión comenzó a recibir denuncias de “vulgaridad” y “atentado a la dignidad de personas aludidas”.
Según los productores de este programa, sus contenidos permiten a la teleaudiencia “salir de la realidad dura en que estuvieron inmersos durante los últimos años”. Es decir, desde el término de ciclos de espacios como “SQP” o “Primer Plano”, habríamos sufrido penurias y abandonos, sin “pasarlo bien”. Una curiosa forma de justificar el bajo nivel intelectual de los temas tratados en cámara.
Encontramos situaciones similares en “Podemos hablar” de CHV con Jean Philippe Cretton, en “Me late” de Zona Latina con Daniel “Huevo” Fuenzalida, “Sígueme y te sigo” con Francisco Kaminski en TV+ o “Zona de estrellas” con Mario Velasco, también en el canal por cable Zona Latina. TV+ agrega a las denuncias, la presencia del controvertido comentarista deportivo Mauricio Israel. Este personaje huyó de Chile el 2008 por deudas a personas, empresas y bancos por 500 mil dólares y no logró ser extraditado hasta que logró un acuerdo judicial y pudo volver al país.
La farándula local había desaparecido de las parrillas programáticas, reemplazada por los matinales “politizados”, las series turcas y reposiciones de producciones chilenas, aparte de los noticieros que han sido objeto de anteriores comentarios y que, en realidad, no han logrado superar el marasmo, incluido el canal “público”.
Este tipo de programas entusiasman a animadores, conductores y también lectores de noticieros que parecen soñar con aparecer siquiera nombrados en situaciones comprometidas, jocosas y hasta ridículas. Los habituales furcios y errores de todo tipo ni siquiera son advertidos por quienes se nutren de estos “eventos” para convertirlos en noticia.
Mientras, hechos importantes como los debates en el consejo constitucional con mayoría republicana brillan por su ausencia y es natural que los consultados en todo tipo de encuestas a respecto desconozcan los contenidos en discusión, se manifiesten en contra de cambios a la propuesta del consejo asesor y simplemente se aprestan a rechazar el texto que se propondría el 17 de diciembre próximo.
Los lamentos y las críticas porque la televisión y otros medios reaccionaron tarde a la necesidad de la gente a informarse serán demasiado tardíos e inútiles. El canal “público” debería encabezar la campaña de difusión de propuestas ante las cuales debería pronunciarse obligatoriamente en el plebiscito de este fin de año. Pareciera ser más importante la farándula que una constitución que supere definitivamente la carta magna impuestas por la dictadura en 1980. Ya estamos en el 2023 y poco o nada se sabe del proyecto definitivo que está llegando a su etapa de redacción final sin pena ni gloria en manos de la ultraizquierda.
Según los productores faranduleros esto nos permitiría “salir de la realidad” que vivimos. ¡Plop!

