500 Años | Rafael Cheuquelaf | Opinión

Hoy, a propósito de lo que se recuerda en esta fecha, vuelvo a compartir lo que escribí en 2021 con ocasión de los 500 Años del paso de Hernando de Magallanes por el estrecho que lleva su apellido.
500 AÑOS
El Estrecho de Magallanes, el accidente geográfico que hoy es el marco de actos recordatorios del paso de una expedición europea hace cinco siglos, fue en algún momento parte de un extenso campo de hielo que conectaba a Sudamérica con la Antártica. Al retirarse paulatinamente el hielo, al final de la última Era Glacial, el mar separó para siempre a Karukinka (Tierra del Fuego) del continente. Y antes de ser considerado un pasaje entre océanos el Estrecho fue en sí mismo un mundo, un hábitat cultural y espiritual. Vale la pena recordarlo antes de ponerlo como el lugar donde habría comenzado el proceso de Globalización, como sostienen algunos.
La expedición de Hernando de Magallanes fue un hecho extraordinario, que duda cabe. Fue un acontecimiento tan complejo que quedarse solo con uno de sus aspectos, el de la exploración, es perder de vista finalmente su significado total. Porque también se trató de un paso decisivo de un proyecto de tipo imperial y basta revisar que pasó con cada punto de recalada de sus naves, que terminaron convirtiéndose en colonias europeas, con sus habitantes originales incorporados a la fuerza a un orden que no era el suyo. Ya la misma muerte de Magallanes, acaecida en la actual Filipinas a manos del cacique Lapu Lapu, es un preludio de las sucesivas resistencias frente a la invasión europea en distintas épocas y lugares del mundo.
Sobre como el paso de esta expedición afectó a los Pueblos Originarios Australes, recordemos que Hernando de Magallanes no se encontró con los selk’ nam y avistó sus fogatas a distancia, pero sí llevaba a bordo a dos jóvenes aonikenk, que secuestró en lo que es ahora San Julián (Santa Cruz, Argentina). Algo que era práctica común entre los europeos que en esa época ya bordeaban las costas de África y Asia, que habla de los valores y costumbres de esa época. Pero no por contextualizar se puede olvidar que a partir del paso de Magallanes se abrió la puerta a más secuestros y encuentros sangrientos, que culminaron en los infames “zoológicos humanos”, en la reclusión de cientos de indígenas en misiones salesianas y en la matanza masiva de selk’ nam a manos de conocidos (y aún homenajeados) empresarios ganaderos. Hechos que en su época sí fueron criticados y condenados por personas que no temieron expresarse y que incluso sufrieron represalias por ello.
En lo personal, si creo que este hecho puede conmemorarse. Pero no como hace 100 Años, en que la Familia Menéndez hizo una exaltación de la Hispanidad y una celebración de sí misma, sobre las ruinas humeantes de la Federación Obrera de Magallanes. Y ciertamente no como ahora, en que el relato “oficial” vuelve a imponerse con fuerza desde el poder político, militar y religioso, desde el centro del país. Un relato que habla de “descubrimiento”, de un lugar ya habitado desde hace más de 12.000 años y que tenía su propia toponimia y cosmogonía. Que habla de “hazaña”, cuando en realidad se trató de un drama humano lleno de sufrimiento, violencia y traiciones. Que usa el término “circunnavegación” como la meta primordial de la expedición, cuando en realidad el plan original era llegar a las islas Molucas, cargar especias y volver por donde se había venido. Que habla de un “descubrimiento de Chile por el Sur”, cuando no existía en ese momento ni siquiera el concepto de este país, correspondiendo esto más a una idea acuñada en el presente que un hecho histórico concreto.
Hoy esta región sigue siendo asolada por la pandemia de COVID-19. Pero recordemos que lo fue antes por otras epidemias traídas desde otras tierras, como la que diezmó al pueblo yagán por el contacto con misioneros anglicanos o la que aniquiló a tantos selk’ nam recluidos en las misiones salesianas de San Rafael (Isla Dawson) y la Candelaria (Río Grande, Argentina).
Como profesional de las comunicaciones fui invitado a participar de varias iniciativas, que si bien están ligadas a esta fecha, me parecieron interesantes en el sentido educativo. Siempre he creído que se puede aportar un punto de vista distinto sobre acontecimientos históricos como este, que terminaron moldeando y dando origen a la época y lugar en que vivimos. Si puedo hacerlo, lo haré siempre, en cualquier espacio. Pero lo que no he hecho ni haré, de ninguna forma, es sumarme a un tono festivo que provoque dolor a otras personas, en este caso a las comunidades Kawesqar y Yagán. Ellas y ellos están entre nosotros, siendo depositarios de un saber ancestral y, sin embargo, se ignora su sentir sobre esta fecha. Y esa ignorancia termina siendo una forma de violencia.
Hoy era la oportunidad de parte del Estado de hacer gestos importantes hacia los Pueblos Originarios Australes, en materia de reconocimiento y reparación. Eso era infinitamente más importante que la inauguración de un monumento o que una navegación. Pero para que algo así sucediera tendríamos que haber tenido otro tipo de Estado, uno que tenga como centro el respeto a los Derechos Humanos y de carácter plurinacional, en que se integren de forma orgánica las distintas culturas existentes en un país que es bastante más amplio y diverso que su Valle Central. Esta es justamente una razón más para seguir impulsando un Proceso Constituyente, para que no se sigan imponiendo relatos excluyentes y totalizadores.
Para mí el verdadero monumento a honrar este día es de carácter natural y es el Estrecho en sí. Llamado hace 500 años “de Todos los Santos” y después “de Magallanes”, pero conocido por quienes habitaron sus riberas durante milenios como “Atelili”. Hoy deberíamos enfocarnos no en viejos relatos eurocéntricos, sino en la necesidad global de proteger espacios marinos como este. Uno que está siendo dañado por empresas salmoneras, que se han trasladado a esta región después de devastar el ecosistema marino en Chiloé.
Hoy el área comprendida entre el Campo de Hielo Sur y el Cabo de Hornos, territorios ancestrales Kawesqar y Yagán, es una de las definidas por la Ciencia como vitales para la mantención de la vida misma en el planeta. Esto es lo realmente importante, la gran tarea de preservación y desarrollo sustentable en torno a la cual debemos unirnos y trabajar. Si fracasamos en eso, en 500 años más tal vez no haya nadie que pueda recordar ni pensar en el significado de esta fecha. Y el Estrecho seguirá existiendo, con o sin nosotros, durante millones de años más.