De la Teletón a las Jornadas de Magallanes | Ernesto Sepúlveda | Opinion
Este fin de semana, se realizó una nueva Teletón, la campaña de recolección de fondos para financiar la fundación del mismo nombre. La obra de esta en la rehabilitación de personas con algún grado de discapacidad es encomiable. Más allá a las críticas que algunos políticos aventuraron en el pasado, la verdad es que la labor que esta institución realiza no puede sustituirse por la oferta pública actual. En la región de Magallanes y de la antártica chilena, tenemos nuestra propia institución dedicada a la rehabilitación, el Centro de Rehabilitación Cruz del Sur, que cuenta con un centro de nivel internacional en Punta Arenas. Sus instalaciones y equipamiento, en parte financiadas por la campaña de recolección de fondos que cada año se realiza a fines de noviembre, y en parte por aportes del Gobierno regional. La institución nació, cuando una decisión de la centralizada Teletón, determinó que Magallanes no contaría con un centro propio, debiendo desplazarse los pacientes al norte del país. La comunidad magallánica posee un marcado espíritu regionalista, y rápidamente se organizó tras el objetivo de contar con nuestra propia organización y nuestro propio centro de rehabilitación.
Ambas iniciativas, la de Teletón y la del Centro de Rehabilitación Cruz del Sur de Magallanes, constituyen instancias muy apreciadas por la opinión pública, y si bien en el transcurso de los años, el rating televisivo ha disminuido, continúa concitando gran atención de los medios, que disponen toda una franja de avisaje comercial alusiva. Asimismo, desde sus primeros años, la Teletón fue un imán no sólo para estrellas nacientes del espectáculo, sino también para los políticos, de todo el espectro y color. Por ahí se vio a la otrora patrulla juvenil del sector conservador, unos muy jóvenes Piñera, Mathei y Allamand, cuando aún no ocurría el espionaje telefónico, ni aparecía en escena la radio Kioto. Allí fue también la presidenta Bachelet, a encantar a todos con su simpatía. Por allí apareció esta semana el presidente Boric, que incluso tuvo una performance con la gabardina del cantante Emmanuel. Es tan amplio el apoyo a obras altruistas como la Teletón o “Las Jornadas” de Magallanes, que todos quieren estar, o aparecer en ellas. Siempre queda la duda, si la aparición de políticos, ayuda a la obra, o es al revés. Pensemos lo mejor, y digamos, que instancias de solidaridad como estas, son oportunidades únicas para hacer el bien, y es una rara ocasión, en que, hasta las personas menos pensadas, quieren hacer algo bueno por otro. Y es tanto lo que Chile necesita de ese espíritu, que necesitaríamos media docena de Teletones al año, y varias Jornadas más en Magallanes, para sacarnos de encima, la nube negra que a ratos nos hace ver todo oscuro, sin una luz de esperanza.
El contraste no puede ser más grande, entre el ambiente electoral, que vivimos la semana pasada, con el ambiente que se vive en torno a la Teletón o a las Jornadas de Magallanes. De ver candidaturas dedicadas sólo a despotricar y a enlodar a los demás, a ver caras sonrientes, en medio de un ambiente distendido. De ver rostros deformados por el rictus amargo de la derrota, a ver rostros relajados, en un ambiente donde no se compite por un cargo.
Lo hemos dicho muchas veces en este espacio, la sociedad chilena está enferma, las múltiples preocupaciones del diario vivir, mantienen a las personas en una angustia que no se termina nunca. De ahí los altos consumos de alcohol, tabaco y toda clase de otras drogas. Los fenómenos de fragmentación extrema, que suceden hoy en otros países, no nos son ajenos. Sigue hoy día existiendo una desigualdad manifiesta en Chile. No solamente expresada en las brechas salariales, que son insultantes, sino también en el capital cultural. Existe un patrimonio de conocimientos y experiencias, que estamos transmitiendo a nuestros hijos, que va a determinar las posibilidades de acceso a oportunidades, de la próxima generación. Eso que debiera ser, nuestra preocupación número uno, por cuanto se supone, que siempre haremos lo mejor por nuestros hijos, no lo estamos haciendo. Dejamos a la competencia determinar las posibilidades de éxito. Pero todos sabemos que la cancha no es pareja, y algunos inician la carrera unos metros más adelante. El altruismo, la generosidad, que tan bien le hace a nuestro espíritu está devaluado, la sociedad de consumo, promueve una conducta contrapuesta, tratar de llegar siempre primero, no importa cómo se logre. Sacar ventaja de las debilidades de los demás, explotar sus errores. Así como hemos visto que hacen algunas figuras de la política, para poder derrotar a su oponente, sin tolerancia, sin compasión, sin temor a hacer daño a los demás.
El espíritu solidario de la campaña de Teletón, y de las muy magallánicas Jornadas por la rehabilitación, son muestras de que, bajo una gruesa capa de cinismo e hipocresía, todos tenemos, cual más cual menos, una tendencia a la bondad, una tendencia a hacer el bien, y a hacer lo correcto. Soy optimista, y de verdad espero, que estas muestras de solidaridad, aunque se den bajos las luces y cámaras de TV, sean el signo de que las figuras de gobierno y de oposición, realmente pondrán a Chile por delante. Que los acuerdos necesarios para mejorar la vida de las personas, sea el norte que marque la nueva tanda electoral que vivirán 12 regiones de Chile. Y que sean electos los mejores hombres y mujeres, para hacer el trabajo, por el bien de nuestros hijos e hijas.
Ernesto Sepúlveda Tornero
Punta Arenas, lunes 11 de noviembre de 2024.-