Mentir para gobernar: el manual de la extrema derecha | Carolina Guzmán Navarro | Opinión
Las democracias no siempre mueren con tanques en la calle; muchas veces se pudren lentamente, devoradas por la mentira. La extrema derecha lo sabe y lo usa: canta truco sin cartas en la mano, repite falsedades hasta que parecen verdades, instala el miedo como estrategia y vende ‘libertades’ mientras desmantela derechos.
Anteriormente Bolsonaro convirtió la mentira en política de Estado en Brasil y hasta la salud pública pagó el precio. Milei en Argentina llegó al poder con insultos y promesas de orden; hoy su ajuste golpea a las mujeres, familias, trabajadores y jubilados. En Europa, Orbán, Meloni y Vox repiten el mismo patrón: manipular la opinión pública para retroceder décadas en igualdad y democracia.
¿Y Chile? No nos engañemos: los naipes se barajan distinto, pero la jugada se repite. Aquí también circulan teorías conspirativas sobre elecciones, distorsiones sobre políticas públicas y ataques frontales a todo avance social. Y, como en el resto del mundo, los primeros derechos en cuestionarse son los de las mujeres: aborto, cuidados, equidad salarial. La mano se repite: empezar por la igualdad de género para después avanzar contra todos los demás.
El Partido Republicano de José Antonio Kast es el alumno aplicado de esta escuela. Han convertido las redes sociales en trincheras: spam, fake news, manipulación emocional y bots. Lo que parece espontáneo es, en realidad, un aparato de propaganda profesional que busca saturar el debate público. Su objetivo es claro: sembrar desconfianza en la democracia y presentar los derechos sociales como lujos que Chile no puede darse.
Pero detrás está la vieja receta neoliberal: recortar, precarizar y retroceder. Porque cada mentira repetida —que la violencia de género es invento, que los cuidados son un gasto, que la igualdad es ideología— es la antesala de políticas que empobrecen y despojan a las mayorías, mientras blindan los privilegios de unos pocos.
En esta elección se juega si seguimos avanzando hacia un país más justo o si regalamos décadas de lucha de la organización social a cambio de slogans vacíos.
La respuesta no es solo cultural: es política. Hay que enfrentar las mentiras que circulan en redes con acción concreta en los territorios. Significa fortalecer partidos y movimientos sociales que defienden derechos, construir mayorías también en el Congreso para blindar avances sociales en materias como cuidados, igualdad y pensiones, y exigir leyes que sancionen el uso de la desinformación como instrumento político. Significa también levantar candidaturas que representen a las mayorías trabajadoras y no ceder un milímetro de terreno en el espacio público.
La democracia no se salva sola: se defiende con más política, más organización y más derechos. Y el primer paso es decirlo sin rodeos: la extrema derecha miente porque sin mentiras no podría gobernar, en este caso al igual que en el truco a la mentira la mata la flor.
Carolina Guzmán Navarro
Mg. Educación Pontificia Universidad Católica de Chile
Profesora de Historia y Geografía U. de Playa Ancha Ciencias de la Educación

