El triunfo del NO | Ernesto Sepúlveda T. | Opinión

El triunfo del NO | Ernesto Sepúlveda T. | Opinión

Como cada año por estas fechas me gusta evocar esa gran gesta republicana, democrática y popular que fue el triunfo del NO en el plebiscito de 1988. Al igual que tantos por todo el país, atesoro el recuerdo de la lucha contra la dictadura, del modo en que los combatientes antifascistas recuerdan la caída de Berlín y la liberación de Europa de la tiranía nazi.

Un evento que marcó el clímax de un proceso de acumulación de fuerzas, de aprendizajes, de reconstrucción de las fuerzas democráticas, en el que los jóvenes, el movimiento estudiantil, los trabajadores y los pobladores plantaron cara al régimen.

Con el transcurso del tiempo, existe el riesgo cierto de que años de mal estudio de la historia, y la ausencia absoluta de educación cívica en colegios y liceos, den a luz generaciones de jóvenes con nula consciencia democrática. No es algo nuevo, uno de los mecanismos de control y manipulación mas efectivo es el desconocimiento y la ignorancia. Y de eso hemos tenido bastante en estos años. Pero ¿qué es lo que no debemos olvidar? Por ejemplo, que para 1988 completábamos 15 años de dictadura civil militar. Un régimen sostenido por la fuerza de las armas del ejército y las fuerzas armadas. Sus altos mandos nacidos de la asonada golpista de 1973, fueron presionados por el gobierno de los Estados Unidos y su agencia de inteligencia, para acordar una salida pacífica del régimen. Se temía el avance de los grupos que reivindicaban la lucha armada en contra de la dictadura. La apertura del tirano a competir en un plebiscito fue forzada por las crecientes movilizaciones sociales, que se habían sucedido ininterrumpidamente en todo el país desde 1983. El clima de ingobernabilidad se tomaba universidades y poblaciones, y la presión se hacía sentir en los organismos internacionales, así también a través de personalidades de la política mundial como Robert Kennedy, Nelson Mandela, Lula Da Silva, Francoise Miterrand, Felipe González, y toda clase de artistas del cine. Con la televisión controlada íntegramente por partidarios de la dictadura, jugaron un rol fundamental, los diarios y revistas “de oposición”, en su mayoría financiadas por la solidaridad internacional. Para que busquen e investiguen, vean Fortín Mapocho, APSI, ANALISIS, HOY, CAUCE, LA EPOCA, SOLIDARIDAD. PLUMA Y PINCEL, LA BICICLETA, medios cuyos periodistas fueron muchas veces encarcelados y perseguidos. En cosas que hoy parecen increíbles, el dictador varias veces ordenó la censura de estos medios, y hoy puede verse ediciones, con sus páginas tachadas y con una inscripción legal citando la disposición que ordenaba la prohibición. No es propósito de esta columna detallar la crónica del horror, porque sería de muy largo y doloroso trámite. Solo agregar que jóvenes como éramos por aquellos años, con la sangre hirviendo en las venas, y clamando por decenas de nuestros caídos, muchos de nosotros no estuvimos convencidos del todo, acerca de la llamada salida electoral. Teníamos tan presente los chanchullos, los engaños y los crímenes alevosos, que resultaba muy difícil de tragar una salida pactada de la dictadura. Finalmente, en el último momento, partimos a inscribirnos en los registros electorales, para estar habilitados para votar. En retrospectiva fue lo correcto, era absurdo dejar pasar la oportunidad de salir a las calles a expresar las ideas abiertamente. Tuvimos la posibilidad de enfrentar la tiranía, “con un lápiz y un papel”, como decía Ricardo Lagos en la inolvidable franja de propaganda del NO, pero no se llegó a esta opción, por arte de magia, no fue dádiva, ni concesión graciosa de un tirano que se renovaba. Fue el pueblo mismo, que se lanzó a las calles a protestar contra el régimen. Sin importar las detenciones ilegales, la tortura, las golpizas, los asesinatos políticos y las desapariciones. Con un coraje que es digno de todo mérito, se llegó incluso a gritarle asesino en su propia cara al dictador. Pasó en Punta Arenas, quizás el evento que tuvo más connotación en 1983 fue el “Punta arenazo”, donde cientos de personas se reunieron en torno a la iglesia catedral, para gritar consignas en contra del dictador, encontrándose el propio tirano Pinochet, a escasos metros, recibiendo honores de las tropas.
La campaña por las elecciones libres, y la campaña del NO, que permitió por primera vez ver por TV a integrantes de la Agrupación de familiares de detenidos desaparecidos, bailando la “cueca sola”, en honor a esposos, hijos y hermanos víctimas de desaparición forzada. O ver al grande y querido ídolo de Colo-Colo, Carlos Caszely salir junto a su madre apoyando la opción NO. El presentador de la franja fue el famoso y connotado rostro de TV, el periodista Patricio Bañados. El mismo que fue despedido y marginado de la TV, por haberse negado a leer una nota de prensa, diciendo al aire “Esto no lo puedo leer porque es mentira”. Recomiendo vean la película el NO de Pablo Larraín, con Gael García y Alfredo Castro como protagonistas. Magistral pieza que sintetiza lo que sucedió en Chile esos 27 días de campaña, con esos quince minutos diarios de franja televisiva que permitió abrir muchos ojos y liberar muchas mentes.
Forma parte de la historia, y está documentado que el tirano Pinochet, pretendió hasta último minuto, desconocer los resultados, y hacer un auto golpe. Lo supimos esa misma noche, cuando el resultado se retardaba, y en Televisión rellenaban con “El coyote y el correcaminos”, horas de horas de dibujos animados. En el ínterin el por ese entonces integrante de la junta militar fascista, Fernando Mathei ya fallecido, al concurrir en horas de la noche a reunión de gabinete en La Moneda, reconoce ante la prensa que el No ha ganado el plebiscito. Este hecho produjo mayor desconcierto y animó toda clase de conjeturas, ya que la TV seguía en su maratón de dibujos animados y no existía información oficial. Para mayor inquietud, las fuerzas de Carabineros que en las principales ciudades estaban custodiando edificios y lugares públicos recibieron la orden de retirarse a sus cuarteles. Animando las versiones de un posible autogolpe. Finalmente, de madrugada el subsecretario del interior, Alberto Cardemil, comparece ante los medios y entrega el resultado que da el triunfo al NO.
Para la historia, la biblioteca del congreso nacional, lo recuerda así: “De un universo electoral total de 7.236.241 votos escrutados, válidamente emitidos, el Sí obtuvo 3.111.875 sufragios, equivalentes al 43% de los votos, en tanto la opción No, obtuvo 3.959.495 votos, equivalentes al 54,70% de los votos válidamente emitidos.” (BCN, 2021)
Con el correr de los años, algunos han dicho que fue mentira, que la alegría no llegó a Chile. Sin embargo, el hecho de que la transición a la democracia parecía eterna, y que nos costó demasiado derribar los enclaves autoritarios, no desmerece que con el triunfo del 5 de octubre, sí fuimos felices, se sintió la esperanza de un nuevo comienzo. Quienes combatimos la dictadura, pudimos mirarnos y reconocernos, pudimos pensar en el futuro, sin el temor de caer, como tantos y tantas que ofrendaron sus vidas. Que nadie diga lo contrario, logramos algo histórico y lo celebramos con todo y por todo Chile. Una celebración memorable, cientos de miles sin ni un disturbio, sin ni un enfrentamiento.
Los tiempos que vivimos son de polarización, donde los partidarios de unos y otros se confrontan en cada espacio existente. Pero que eso no nos haga olvidar como llegamos hasta aquí. No fue gratuito ni fue una dádiva de los poderosos. El derecho a competir en elecciones libres lo conquistamos luchando, la libertad de expresar nuestras ideas también. Quienes estuvieron por la opción SI, y fueron derrotados en 1988 pretendían que el dictador Pinochet siguiera gobernando diez años más. Chile fue más sensato.
Ernesto Sepúlveda Tornero
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