«Es hora de ser coherentes y recíprocos» escrito por Tolentino Pérez Soto
Aún es tiempo para poner las cosas en su lugar. Me refiero al asomo de un olvido imperdonable de algunos compatriotas con la terrible experiencia histórica que vivimos los chilenos durante la dictadura militar y donde muchos países del mundo -más allá de cuestiones ideológicas o acomodo de intereses- abrió sus puertas para proteger a chilenos perseguidos por la barbarie pinochetista. Venezuela es un caso destacadísimo de esa solidaridad humana donde miles de chilenos encontraron paz, trabajo, comprensión y apoyo para sacar a nuestras familias adelante.
Se trataba, queridos compatriotas, de practicar con hechos la defensa de los Derechos Humanos. Así, a nadie se le preguntó su militancia ni necesidades. Todos los venezolanos, sin excepción partidaria o rango jerárquico, abrieron sus brazos para recibir generosamente al perseguido. Recordemos, para afirmar esta convicción de auténtica proclama de los Derechos Humanos, que dos Presidentes de distintas posiciones política, Carlos Andrés Pérez y Luis Herrera Campins, sostuvieron la misma disposición de acoger al chileno en desgracia, sin mezquinos miramientos de carácter sectario.
Hoy la historia revierte los actores: Venezuela es la acorralada por un régimen opresivo de corte militarista (¡que no socialista!) y Chile goza de gobiernos democráticos, amantes de la paz y -supuestamente- adherentes a la defensa de los valores humanos más universales como es el derecho a la libertad y el derecho a la vida.
Para ser coherentes, no se trata de tener el miserable cálculo de la complicidad ideológica sino ser o no ser defensor de los DD.HH., cualquiera sea el verdugo ejecutor.
Actualmente en Venezuela hay un palpable y brutal atropello a las personas, particularmente a la juventud estudiosa. No se trata de contar morbosamente los muertos diarios como si se tratara de un frío “parte de guerra” o un seguimiento estadístico donde se acumulan números y no la tragedia de personas de carne y hueso, con la inconsolable secuela familiar. Esa realidad es objetivamente indesmentible y no merece argumentaciones falaces. Por ejemplo, los presos políticos, tratados con la conocida brutalidad que genera la insensibilidad fascista, es un acto de bestialidad que no puede mantener neutro a ningún gobierno que se declare demócrata.
Como todo régimen opresor, las explicaciones (más bien, forzadas justificaciones) se refugian en dramatizar sobre los muertos que dicen pertenecen a su bando…que seguramente existen, evadiendo al hecho de fondo de que hay muertos, heridos, asaltos, invasiones de viviendas, bandas oficiales armadas, ausencia de libertad de prensa, amenazas mediante aterradores discursos. ¡Esa es una cuestión específica de DD.HH. y no la acomodaticia posición de esconder el sol con un dedo, como lo han hecho -desgraciadamente- varios compatriotas chilenos encumbrados ahora en el poder!
En esta exigencia de ser coherentes y recíprocos con la clarísima conducta pasada de Venezuela, extendemos esta petición de solidaridad con el pueblo venezolano, una posición más transparente de nuestra querida y admirada Presidenta… que, desde luego, mucho sabe de Derechos Humanos.
_________________________________
PD.-Al terminar esta nota, escuché el video de la Presidenta del Senado, Isabel Allende, donde llama a no olvidar la “solidaridad venezolana” en los difíciles momentos del atropello de los DD.HH. que aplicó el gobierno militar en Chile. Felicito la consecuente y noble posición de la Senadora y, Dios quiera, sirva como ejemplo para muchos “amnésicos” o desinformados.