Joven rescata el arte de la talabartería y la soguería en Tierra del Fuego

“El campo hay que disfrutarlo, hay que hacer lo que uno le gusta, hoy se pude vivir con internet, teléfono y otras comodidades que hacen más grata la vida y el trabajo”, valora Fabián Levill, 31 años, ganadero de la Estancia La Fueguina que apostó por mantenerse en el campo y recuperar las tradiciones campesinas.
El oficio de talabartero está en extinción, mientras en la estepa el cuero sobra. Jáquimas, maneas, riendas, rebenque (huasca), sogas, cinturones, monturas y otros utensilios necesarios son hoy importados principalmente de Argentina, Uruguay o Brasil. Pero Fabián Levill, 31 años, rompe la tendencia y fabrica sus propios utensilios durante sus ratos libres, quiere recuperar el pasado glamoroso, cuando cada estancia tenía su maestro para la artesanía más difícil y cada puestero y campañista cosía sus propias prendas.
El oficio de la talabartería lo practica desde los quince años, aprendió mirando a viejos campañistas de la Isla Grande de Tierra del Fuego, a través de libros y hurgando periódicamente en internet.
Levill, tiene los ojos fijos en el descarne y sus manos trazan una línea recta con el cuchillo talabartero sobre el cuero. Cada corte milimétrico es una hebra que cruza el cinturón, aportando así con un diseño novedoso en la zona. Sus trabajos están en el caballo, su ropa y en todos los aperos que demanda el trabajo ganadero.
“A mí me gusta la talabartería, trabajar los cueros. Me he ahorrado mucho plata, los costos de las riendas, maneas o frenos son altos y uno no puede estar sin ellos”, explica y muestra su caballo con toda la indumentaria. Incluso el mate lo guarda en un fondo de cuero de vaca curtido.
“Muchos jóvenes se van del campo, nosotros con mi hermano nos quedamos. Creo que el campo hay que disfrutarlo, hay que hacer lo que uno le gusta, hoy se pude vivir con internet, teléfono y otras comodidades que hacen más grata la vida y el trabajo, cuando estar acá sea un sacrificio hay que irse”, valora Fabián Levill, ganadero de la Estancia La Fueguina que apostó por quedarse en la estepa patagónica y recuperar las tradiciones de la vieja estancia.
“Los tiempos son marcados en el campo por faenas, traslados de piñones y el apoyo de INDAP ha sido espectacular. Gracias a un crédito pude pagar las cuadrillas de esquiladores y estar con todo saldado para poder vender bien la lana, eso nos da un respaldo que ningún banco nos puede dar a tan bajo interés, esa tranquilidad ayuda por ejemplo a trabajar en la tabarlatería”, explica Levill que sigue la huella de su padre, quien en vida fue usuario de la institución del agro.
El desafío es lograr un emprendimiento que le permita comercializar sus trabajos de talabartería en los meses de invierno. “Es un oficio de tradición, donde la paciencia y la tranquilidad ayudan, es un trabajo que se hace con el alma”, lo apunta directamente de la bitácora de su experiencia.
Para el director regional de INDAP, Víctor Vargas, la artesanía rural es uno de los lineamientos de la institución. “Apoyar emprendimientos con tradición que están sustentados en la artesanía y la tradición campesina son desafíos y oportunidades para seguir avanzando en una región que innova desde sus raíces”.