“Rafael Cumsille, los bolicheros y la facturación electrónica”, por Ramón Arriagada
De las cenizas de la política chilena, emergió el octogenario dirigente del comercio Rafael Cumsille, fue luego del numerito con motivo del XVII Encuentro de la Confederación de la Micro, Pequeña y Medianas empresas de Chile. Aprovechando la tribuna y su calidad de presidente del organismo, en su discurso, tuvo la audacia de darle algunas pistas de cómo dirigir el país a la primera mandataria. En su extravío conceptual, recordó sus años de gloria, cuando se atrevía a darle consejos al mismísimo Pinochet. En su disquisición mental se olvidó del marco de referencia, para diferenciar una demócrata de un dictador. Un papelón que habla muy mal de quienes por falta de información lo ven, a Rafael Cumsille, como un dirigente representativo de los comerciantes y el pequeño empresariado.
Lo cierto es que Cumsille, fue un dirigente destacado del comercio, cuando el gremio contribuyó al término de la democracia y la instauración de la dictadura en Chile en 1973. Eran tiempos en que las Cámaras de Comercio eran poderosas, incluso existían los registros de comercios; ninguna persona podía ejercer la actividad comercial sin estar inscrito como socio de alguna de ellas. Recordemos, que los economistas de la Escuela de Chicago, consideraron un anacronismo las asociaciones gremiales; el individualismo, la guerra sin cuartel en el mercado y la competencia exigían la existencia de personas egoístas, libres de toda asociatividad.
El retorno de la democracia nos encontró sin gremialismo; las instituciones como las Cámaras de Comercio y colegios profesionales estaban impedidas de dictar normas éticas a los miembros de sus oficios y profesiones. En el caso del comercio fue letal.
A lo largo de Chile “las cámaras chicas” murieron, pues sus componentes, los comerciantes minoristas, los queridos bolicheros, comenzaron un proceso de sobrevivencia, fagotizados por los grandes mall, las cadenas mayoristas y la banca. La Cámara Nacional de Comercio de los grandes empresarios siguió más vigente que nunca, incluso manejando y financiándose gracias al dominio del Dicom, registro donde van a dar todos los deudores del sistema.
El retorno de Rafael Cumsille al gremialismo, fue en ese escenario; sabedor junto a sus colaboradores que no representan a nadie, pues la columna vertebral del comercio detallista, hace tiempo se fracturó y desapareció. Lo digo con conocimiento, pues con un grupo entusiastas de dirigentes, por años, tratamos de mantener en esta ciudad nuestra Cámara de Comercio A.G – que databa de 1942 – misión imposible, pues el comercio detallista carece, además, de nuevos componentes, generaciones de recambio. A los que llegan, sólo le interesa el asociarse, para ganar posiciones individuales.
El añoso Cumsille es incapaz de comprender que un anciano debe ser más sabio que quienes vienen detrás; no sólo se le ha arrugado la piel, sino también el alma; ha perdido hasta los recuerdos. Está en el grupo de los que no saben envejecer.
En tanto la actividad de los comerciantes minoristas en Chile se arrastra lastimosamente, por los desafíos de cambios violentos, tanto en la administración como en la comercialización de los negocios. Los hijos de los viejos comerciantes ya no quieren estar detrás de un mostrador; muchos han partido tras el sueño inducido por sus progenitores a estudiar una carrera universitaria y transformarse en profesionales con un sueldo estable y seguro. La imposición de la facturación electrónica, ha dejado al descubierto la existencia de un analfabetismo digital en el comercio, elevando la vara para quienes desde un pequeño comercio pretenden persistir en la actividad, como también para quienes optarán por ingresar a ella. Es el precio de una disciplina de vida, el comercio, donde cuando te caes nadie te levanta.