La sociedad de los autos nuevos – Ramón Arriagada
A los economistas siempre les enrostran su dificultad para predecir los fenómenos económicos y sus consecuencias. En tono festivo muchos aseguran que un economista es un experto que sabrá mañana por qué las cosas que predijo ayer no sucedieron hoy. Ultimamente me ha llamado la atención cómo muchos de los opinantes en materia económica se empeñan en juntar variables y predecir nubarrones y cuadros apocalípticos en nuestra economía. Pero todo el andamiaje se les viene encima al no considerar en una economía de consumo, aquellos que los sociólogos llaman irracionalidad de los agentes económicos.
Para estar al día en los aspectos relacionados con mi actividad comercial, leo atentamente las predicciones económicas en el mercado automotor de nuestro país.Asunto no menor, cuando un mercado abierto como el chileno permite el ingreso de todas las marcas de automóviles, llegando en estos momentos a constituir, la relación hombre-automóvil, una cuestión invasiva en la vida social.
Una vez conocidos los datos de ventas de automóviles en Chile de todo el año 2016, las firmas importadoras entregaban en enero, noticias preocupantes para este nicho de la economía para el año 2017. A través de informes económicos proyectaban que el mercado nacional aumentaría las ventas de los diversos tipos de vehículos en apenas un modesto 3%; atribuible al bajo crecimiento de la economía chilena, a la desconfianza de los consumidores y a una modesta caída en el precio de los automóviles.
Hace unos días con motivo de un balance realizado por un canal de televisión al rubro de ventas de automóviles nuevos, los entrevistados, todos ellos agentes de empresas importadoras, mostraban rostros complacientes por lo que consideraban “ventas exitosas” en los tres primeros meses del año 2017.
Es decir en enero, febrero y marzo de este año se vendieron en todo el país 80.752 unidades, en tanto, en el mismo período del año pasado las ventas alcanzaron a 70.106 unidades nuevas. Nada menos que un alza en las ventas ascendiente a un 15 por ciento respecto del año anterior. En Magallanes en los tres primeros meses de 2016 se comercializaron 282 vehículos nuevos, en tanto hasta fines de marzo de este año, la cantidad era de 758, impresionante ¡Un 169 por ciento de aumento en las ventas!
Sin saberlo, hemos llegado a una relación de un auto por cada cuatro personas, produciéndose un aumento importante de las ventas de aquellos vehículos motorizados catalogados como SUV, las nuevas estrellas del mercado, que se diferencian de los autos livianos por tener mayores atributos mecánicos (doble tracción) y ser de mayor tamaño. Los menos entendidos los denominan “jeeps” y es el vehículo familiar, el principal, cuando son varios los autos de la familia.
Sorprende cómo las diversas marcas de automóviles están en una competencia perversa por dotar a los nuevos modelos de aditamentos tecnológicos. Muchas señoras que van a comprar el pan por la mañana lo hacen guiadas por sofisticados GPS y pantallas indicadoras de presión atmosférica y temperatura exterior. Muchos conducen vehículos con un desconocimiento de la relación velocidad, consumo de combustible y tacómetro. Cabinas exageradamente grandes para el campo visual de quienes las conducen. Dentro de poco, aunque parezca tragicómico, los diarios traerán un ranking de los accidentes automovilísticos del día, clasificados por su espectacularidad.
Sería largo enumerar la extensa lista de comportamientos irracionales en la relación hombre-máquina. Se irán acrecentando a medida que la tecnología por incorporar sea parte de la competencia por vender. Irracionalidad difícil de comprender para un economista del apocalipsis, que no puede comprender por qué el país, visto por él, tan cerca de llegar al abismo, se festina renovando sus aspiraciones en la compra de un nuevo automóvil, símbolo de estratos sociales que no descansan en ascender.

