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Que pena tu lumpen – Eugenio Mimica Barassi – Opiniones

Que pena tu lumpen – Eugenio Mimica Barassi – Opiniones

Las comparaciones suelen ser odiosas, pero necesarias. Por ejemplo, antes se imprimían y repartían volantes (también llamados panfletos) para convocar a manifestaciones. Hoy, en cambio, existen las redes sociales. Como hemos cambiado, como nos modernizamos. Incluso para denostar con comentarios, para violentar y ojalá destruir con las palabras. Nos hemos vuelto individualistas, egocentristas, ciegos por la misantropía, sin darnos cuenta, sin importarnos. Antes no había desmanes, vándalos o saqueos; ahora sí. Para el “Puntarenazo” nos cobijamos en la iglesia catedral de Punta Arenas y allí adentro, sitiados, nuestros cantantes pudieron entonar canciones de Violeta Parra, Víctor Jara, Heredia, Quilapayún, Illapu, entre otros. Nadie destruyó, no sacó ni hizo barricadas con sus bancas.

Ahora sí. Y lo peor, reúnen esa madera para prenderle fuego, junto a neumáticos, plásticos y otros elementos contaminantes, como si tú, país, y el planeta entero, no estuvieran ya hartos de atmósfera enrarecida por malas prácticas ambientales (y eso que no me siento ecologista, para nada).

Cada hoguera intoxica y es un atentado al propio ser humano. Cada una de ellas, junto a los gritos, bombazos, disparos, rociadura de agua a presión, es bulla y escándalo que desestabiliza hasta a la sicología animal, a esos mismos quiltros callejeros que humanitariamente algunos cubren con capas para que pasen el frío del invierno. Los he visto trastornados, “emperrados”, peleándose entre ellos, profanados en su deambular. Dan lástima (y eso que no me siento animalista, para nada).

Claro que asombra y da dolor tanta destrucción de inmuebles, calles, plazas, parques, monumentos, estaciones del Metro, el patrimonio de todos, con la sospechosa e incontrolable secuela de incendios provocados, y tanto saqueo demencial, paralelos a las dignas y justas manifestaciones sociales de la gente que se cansó de esperar. Tanta ira sin control, tanta violación inhumana y material, tantos tiros al cuerpo, tantas lacrimógenas y tanto mensaje antisistémico.

Ya hay muertos, y heridos graves y lesionados. No son cualquier cosa, son tus hijos. En tanto, los ultras de ambos extremos, viviendo su agosto en octubre. Más allá de las marchas de la bronca (que canción más señera esa del dúo Pedro y Pablo, de los años 70), el “malandraje” actuando a pleno, impunemente, de día o de noche.

Claro que asusta, atemoriza, cansa y desalienta.

Uno se pregunta de dónde salió tanto vandalismo, tanto lumpen junto para provocar daños; cómo se pusieron de acuerdo, cómo afloraron. Uno señala de inmediato al lumpenproletariado (y eso que no me siento marxista, para nada), pero nos olvidamos de la contraparte, la llamada lumpenburguesía, y en el caso tuyo, país, del exitismo del lumpendesarrollo.

Si, no fueron treinta pesos solamente.

Fueron treinta años de democracia acomodaticia, dentro de los cuales supimos de fraudes, utilidades desmedidas, colusiones, despojos a la salud, a la educación, a la dignidad. Y facturas falsas, sueldos millonarios por un lado y miserables por el otro, jubilaciones demonizadas, políticos desvergonzados, abusos sexuales eclesiásticos, estafas piramidales, casos “pacogate” y “milicogate”, entre tantas maquinaciones e injusticias.

Para que seguir, si lo sabemos. Una gran ensalada surtida.

Pero también, hay que reconocerlo, cientos de derechos sin conciencia por los deberes, en una sociedad irrespetuosa por continuos irrespetos, en tanto el “libertismo” (casi libertinaje) venía cubriéndonos con su oleada imparable, secuencial. Todos aportando con una cuota para la ira.

El que siembra vientos cosecha tempestades, es un viejo refrán de quizás que anciano ya inexistente. No importa, sirve igual, porque todo se confabuló para ir aumentando, inconsciente o conscientemente, el descontento.

Que pena tu lumpen, de uno y de otro lado, país. No te lo merecías.

Eugenio Mimica Barassi.