Estrés, Calidad de Vida y Modelos de Sociedad – Fernando Guzmán, Psicólogo – Opiniones
El Estrés fue definido por Hans Selye (1936) como una reacción adaptativa en situaciones en que un estímulo es percibido como amenaza. Sin embargo, dichos estudios fueron hechos sólo en animales. Posteriormente en las décadas del 70 y 80 se incorporaron conceptos mucho más complejos en estudios hechos también con seres humanos. Según Lazarus y Folkman el estrés es originado por estresores externos e internos y depende, además, de un cierto análisis o evaluación en el que participa la corteza cerebral de un modo protagónico. A esto se suma cierta idea de la autoeficacia para enfrentar a dicho estresor, o de los recursos que la persona siente que dispone para el reto en cuestión.
Otro importante concepto, en una mirada sistémica se podría destacar que los estados óptimos de salud dependen de un equilibrio u homeostasis entre partes que se comunican constantemente y que se muestran interdependientes. Estas serían además de la mente, el sistema nervioso, el sistema endocrino y el sistema inmunológico.
Cabe destacar además que un episodio agudo de estrés podría estar representado por una persona que camina por un vecindario poco seguro y que teme ser asaltado y agredido. Esto significará que agudizará sus sentidos al máximo, que su organismo se preparará para huir o atacar defendiéndose. Que aumentará sus pulsaciones, que probablemente también lo hará con su tolerancia al dolor, por ejemplo. Todo esto con un coctel de químicos proporcionados por el sistema endocrino con prontitud y eficacia. También los retos personales de quienes pudiesen estar altamente motivadas hacia una tarea o a la obtención de un logro tales como rendir en una evaluación frente a un tribunal académico. Implicará por lo tanto también una focalización en aquellos temas propios de su evaluación con cierta exclusión o desinterés en algunas otras actividades que habitualmente le han interesado. Pudiese mostrar incluso cierta pérdida del apetito, tolerar posturas físicas inconfortables o falta de sueño. Todo eso mediatizado por cada uno de los sistemas mencionados, tanto así que una vez terminado dicho período pudiese terminar con un gran agotamiento.
Diferente sería un episodio, esta vez llamado distrés, consecuencia de una cronicidad de los estresores, sean estos internos o externos. Es decir, el que una persona se mantenga demasiado tiempo en ese estado de “emergencia”, significará
que su organismo empezará a pagar un alto precio. Por ejemplo, consecuencia de la fatiga de los sistemas empezará a olvidar cosas, iniciará el peligroso camino de las adicciones; alcohol, drogas, abuso de la comida que podría culminar en una diabetes tipo 2. Empezaría el riesgo de los accidentes cardiovasculares o infartos.
En el caso de los estresores internos se trataría de diálogos de una voz interna que pudiese estar advirtiendo permanentemente de eventuales riesgos o peligros más allá de toda lógica. Por ejemplo, las fantasías catastróficas; el cáncer, los accidentes fatales etc. Toda esa elaboración mental de futuras tragedias dejará también su huella pues el organismo con esa persistencia de pensamientos reiterativos acusará el impacto. Dicho organismo no podrá diferenciar si son sólo fantasías o realmente está ocurriendo. El cerebro, o más precisamente la zona frontal de la corteza revisará acuciosamente todos los archivos disponibles en la memoria que sean contingentes a los temas temidos en cuestión. Dichas ideas e imágenes se traducirán en sensaciones y se llegará a la angustia, depresión hasta provocar una respuesta inmunodepresora. Eso significa un organismo que se ha rendido, que ya no tiene energía para rechazar las amenazas reales tales como virus o bacterias y pudiese llegar a morir.
Hoy en día se reconoce que más de la mitad de las consultas médicas que se realizan en los centros de salud tienen como principal componente el factor emocional; miedo, preocupación, inseguridad que en la mayoría de las consultas mencionadas derivan hacia algún grado de somatización. Vale decir, transforman en un malestar físico aquello que de algún modo ha estado persistentemente en su mente como preocupación. Como se ha dicho el cuerpo habla lo que la persona calla.
Todo lo anterior nos lleva a plantearnos si hay elementos y variables presentes en la sociedad que nos predisponen a vivir en ese estado de emergencia permanente; ansiosos, corriendo de un lado para otro, preocupados de la salud, de las cuentas etc. En ciudades sobrepobladas tal como se suele dar no sólo en Chile sino en numerosas ciudades del mundo, tal vez en particular en Latinoamérica. Capitales de cada país, que se han extendido de un modo exagerado, sin suficiente planificación, monopolizando los sueños de realización laboral y de calidad de vida. Ciudades que hacen muy difícil los traslados de la periferia a los centros laborales, trabajadores que pueden viajar 3 o 4 horas por día. Horas que pierden de descanso de compartir con sus familias y cuidar sus hijos.
La mayoría de los países latinoamericanos y de otras partes del mundo occidental
sufren la imposición de un modelo de desarrollo neoliberal y capitalista, más aún, cuando dicho modelo “ideal” de vida y desarrollo ha sido patentado como el “Sueño americano”. Por supuesto que la mayor parte de américa queda fuera de ese sueño, pues nos han vendido (y por supuesto, el mundo se lo ha comprado) que dicho territorio sólo corresponde a una parte de Norteamérica, en absoluto incluye a México ni menos Centro o Sudamérica. También como parte de este escenario se ha logrado imponer a partir del “fin de la historia” que sólo el ultra capitalismo nos traerá la prosperidad y el sueño en cuestión. Los errores del estalinismo y posteriormente experiencias socialistas mal logradas (con toda la ayuda posible de los centros de poder militar y económico de EEUU) en América Latina y en otras partes del mundo parecen ser las excusas más comunes. De modo que nos fuerzan y presionan para alejarnos del gran peligro del comunismo sólo abrazando las ideas del capitalismo vigente.
Al mirar la sociedad norteamericana, estadounidense en particular con los ojos de sus habitantes uno puede desarrollar la empatía, y admirar el espíritu y los valores que permitieron fundar esa gran nación. Nación formada por inmigrantes, liderada por anglo europeos y construida también con mucha mano de obra esclava como otras partes del mundo colonizada por europeos. Es a partir de allí que se forma una sociedad compuesta con numerosas capas como una cebolla. En cuya cúspide se encuentran los europeos y sus descendientes. En la parte más baja los afroamericanos y un poco más arriba los inmigrantes europeos pobres, algo por debajo de los nativos caucásicos pobres. En las últimas décadas las inmigraciones latinoamericanas proveen a la sociedad estadounidense de mano de obra barata tanto para el Agro como para labores domésticas urbanas. Posterior a la segunda guerra mundial el gran potencial utilizado por esa nación se vuelca hacia el propio crecimiento y la expansión. En la convicción que los tiempos modernos traen el fenómeno de la globalización y la tecnología, que se suma a la creencia desarrollada por los buenos vendedores que el cielo no es el límite. Empieza una industrialización gigantesca que, en buena medida, además del armamentismo y la guerra fría, se vuelca hacia la producción de bienes de consumo.
Los descendientes de los inmigrantes que prosperan y se enriquecen logran entonces acceder al “sueño completo” especialmente si su apariencia logra asemejarse al ideal antropomórfico de la clase dominante. Son ellos y sus hijos quienes podrán acceder a altos lugares en la sociedad. Por lo mismo no puede dejar de causar admiración que muchos años después un presidente afroamericano descendiente acceda al mayor cargo de la nación. Así como recordar a quienes
lucharon por abolir el racismo y la discriminación tales como Ghandi, Martin Luther King y el propio presidente Kennedy que pagó con su vida frente a los poderes fácticos de su propio país.
Cuando logramos salir de la idealización, que todo poderoso nos inspira podemos de un modo un tanto más objetivo y equilibrado apreciar la autocrítica especialmente cuando proviene de sectores creíbles no necesariamente políticos. Me refiero a un interesante documental llamado “Una nación bajo estrés”. Allí el médico e investigador Sanjay Gupta norteamericano descendiente de padres Hindúes, entrevista a especialistas tales como: antropólogos, etólogos, epidemiólogos y otros con la finalidad de averiguar en torno al Estrés. Allí por ejemplo se advierten datos y cifras tales como que por día los calmantes utilizados y su abuso causan la muerte de 50 estadounidenses. Que han aumentado de forma alarmante las muertes por suicidio y desesperanza. O sea, han muerto más personas por armas de fuego mediante el suicidio que por consecuencia de agresiones o asaltos a terceros. Esto ha experimentado un 30% de aumento en los últimos 17 años.
Todo esto tiene que ver según afirman los especialistas con las expectativas, pero también con la creencia que si trabajas duro serás recompensado, pero esto no ocurre necesariamente.
Según Brenda MacCowan PHD, etóloga y antropóloga de California quien ha investigado el comportamiento de los monos Rhesus, afirma que quienes están más abajo en la escala social sufren más estrés que los de alto estatus. Estos últimos sufren menos incertidumbre y se sienten en mayor control de sus vidas. Los del estatus intermedio sufrirían también con la incertidumbre y el bajo control que tendrían sobre sus vidas.
El experimento que realiza dicha profesional es con dos monos de las mismas características situados en dos jaulas contiguas. A cada uno de ellos se le entrega un refuerzo a su conducta después de haber entregado a la experimentadora una pequeña piedra. Sin embargo, a uno de ellos se le da una uva y al otro un trocito de pepino acción que se repite varias veces. El mono que “presencia la discriminación” reacciona con gran frustración tirando finalmente el pepino mostrándose muy enojado y agitado.
También resulta de gran interés el estudio de Roseto, realizado durante 50 años en el estado de Pensilvania y publicado en el libro “The Roseto Story”. Es acerca de una comunidad de italianos que como: irlandeses, polacos y otras nacionalidades
fueron parte de una importante corriente migratoria. Esto ocurrió a fines del siglo XIX principalmente por razones económicas. Provenían de una Europa empobrecida y vivían en su propia burbuja cultural como consecuencia de las rivalidades y discriminaciones de las que eran objeto. La película “pandillas de Nueva York” ilustra magistralmente los comienzos y rivalidades de esos grupos.
A Los Doctores Steward Wolf y John Bruhn les llamó profundamente la atención que los índices de enfermedades en ese pueblo eran llamativamente menores que en los pueblos norteameamericanos tradicionales. Estos índices eran: afecciones cardíacas tales como infartos, suicidios, alcoholismo, drogadicción entre otros. Por ejemplo, los mayores de 65 años sufrían la mitad de problemas cardiovasculares que en la población estadounidense. Tenían además un 35% menos de mortalidad que el resto del país. De modo que empezaron a revisar otras variables como el aspecto genético, alimentación, ejercicio y se dieron cuenta que nada eso era significativo. Por lo tanto, derivaron a un enfoque más psicosocial y empezaron a registrar conductas que los diferenciaban de los grupos autóctonos. Asimismo, observaron y descubrieron patrones de comportamiento social que los diferenciaban. Estos se caracterizaban por una importante red social de contención, por la tendencia a incluir no sólo a la familia básica sino la familia extendida. Y más allá aún, del estilo de compartir en los barrios y en todo el pueblo en todas las instancias posibles. Este rasgo latino y mediterráneo se convirtió en la variable significativa en dicho estudio. El compartir de un modo solidario y catártico la vida en común, el aprovechar cada instancia de buenos momentos sociales con la familia y/o amigos.
En apoyo de dichas conclusiones ocurrió que a lo largo de dicha prolongada investigación se dieron cuenta que a medida que el pueblo se hacía menos italiano y más estadounidense perdió las mencionadas características. Por lo tanto, los indicadores de salud y enfermedad se aplanaron con el resto de la población del país.
Es de gran importancia para un país como el nuestro que es diferente, con otra historia, pero que finalmente ha adoptado un modelo basado en la admiración por el poderoso, por jerarquizar la economía por sobre las personas. Todo esto sin importar como lo consigues, sino que cuanto tienes. Es momento de saber a quienes nos queremos parecer y que modelos seguir.
Ps Fernando Guzmán.


