El temor lo pone la pandemia, la confusión el gobierno – Víctor Maldonado R. – Opiniones

Mucho de lo que hace un buen gobierno apenas se nota, al tomar decisiones oportunas y a tiempo hace que la normalidad predomine. Todo consiste en saber cómo hacer que el país funcione, dónde se pueden conseguir respaldos mayoritarios y actuar antes que un problema se convierta en un gran atolladero.
Es el buen desempeño el que consigue que los llamados a la unidad nacional sean escuchados por la ciudadanía. Al evitar los tropiezos en lo cotidiano, nadie está abrumado por un abanico de problemas menores y entiende que, si se está pidiendo un esfuerzo especial, es porque se necesita una respuesta unitaria.
Ningún gobernante pasa a manejar correctamente una crisis de gran magnitud si no venía haciéndolo bien desde antes. El excelente politólogo búlgaro Iván Krastev acaba de escribir que “los principales factores que determinan el éxito de una nación para contener la pandemia de Covid-19 son la experiencia previa del Gobierno para gestionar crisis similares, el nivel de confianza social de la gente y la capacidad del Estado”.
Angela Merkel y Jacinda Ardern son dos estadistas que han brillado en el manejo de la crisis sanitaria mundial. ¿Adivine cuál era la opinión que sobre ellas se tenía antes que comenzará la pandemia? Pues claro, ambas ya eran queridas, respetadas y mantenían unidas a sus respectivas naciones. El coronavirus tiene muchos efectos, pero no mejora políticamente a nadie. La pandemia potencia lo que ya se tiene, sea para bien o para mal. En nuestro caso, Piñera venía de estar superado por la mayor movilización social en décadas, después de haber desperdiciado el primer año de gestión sin grandes avances en su programa.
Los malos gobiernos logran que la población se sienta desorientada o confusa, al problema principal se suman muchos otros que no debieran estar presentes.
Es tal como dice el senador gremialista Juan Antonio Coloma: “en este difícil período de gobierno he visto un plan económico ordenado y proactivo, pero en lo político más bien prima la confusión”. La confusión no es un mal que baja del cielo, es un problema que, en la tierra, el mismo Piñera ha ayudado a acrecentar. En una crisis se siente temor ante una amenaza, pero los grandes políticos hacen que ese temor se enfrente despertando una determinación inclaudicable de hacerles frente. El ejemplo más evocado es el de Winston Churchill, despertando en el pueblo inglés la voluntad de luchar contra Hitler.
¿Se imagina a Angela Merkel rompiendo la cuarentena para ir a comprar vino?, ¿o al ministro de Salud alemán explicando que la Primera Ministra tiene licencia para ir a buscar personalmente una botella? No, porque ese ministro de Salud está abocado a enfrenta la pandemia y no a excusar leseras. Esa es la diferencia. Merkel no crea problemas adicionales, sino que ayuda a solucionar los problemas principales.
En la derecha se suele criticar a los parlamentarios por aprobar proyectos de ley calificados como inconstitucionales. Cierto que es un problema, pero lo es más tener un Presidente que deje que las diferencias avancen tanto que, en vez de encontrar una solución en el diálogo político, escalen a conflicto institucional.
