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El distractor nuestro de cada día dánoslo hoy – Víctor Maldonado R. – Opinión

El distractor nuestro de cada día dánoslo hoy – Víctor Maldonado R. – Opinión

 

El vocero ha dicho que en el gobierno “no funcionamos en la medida de un ultimátum”. El problema es que el gobierno tampoco está funcionando sin ultimátum. Está bajo la línea de flotación que permite asegurar la gobernabilidad del país. Por eso recibe amenazas que nunca se hacen a un Presidente fuerte. Hay que saber percibir esta insolvencia creciente, que señala el reemplazo de Chile Vamos en el poder como posible hoy y necesario mañana.

Dado este bajo desempeño, en forma casi imperceptible, la centroizquierda comienza a comprender que sus responsabilidades superan la fiscalización de los actos de gobierno y pasan a suplementar las zonas de indecisión que el oficialismo deja a cada paso. La derecha se está acostumbrando a vivir al día en un reinado permanente de la táctica. Es lo que ocurre cuando no se cuenta ya con un programa que oriente ni con un liderazgo que guíe las acciones.

A menor futuro asegurado, mayor espacio para concentrarse en las maniobras del día, procurando conseguir la dispersión de los adversarios en cada nueva jornada. Si no se tiene nada original que ofrecer, al menos se puede evitar que los adversarios se concerten y dejen en evidencia tus falencias.

Así, de pronto parece que la actividad política ha adquirido un súbito dinamismo, cuando, en realidad, lo que presenciamos es un aumento inflado de iniciativas inconexas y de mínimo calado.

Cuando no se saca del sombrero el conejo del aplazamiento de la elección de gobernadores, se pone el cazabobos de la disminución del número de parlamentarios. Tan pronto acusan a la oposición de promover la inmigración desordenada, como se considera un signo de división opositora las diferencias de opinión sobre la posible acusación constitucional a la magistrada Donoso.

Si la oposición adelanta propuestas en previsión, entonces se protesta señalando que se quiere retrotraer los acuerdos ya logrados; y si la oposición no dice nada aún en una materia, el ministro del Interior advierte por anticipado: “vamos a tener una posición común a proyectos que pueden ser nocivos”.

En un escenario como este, para la oposición importa tanto lo que se dice como lo que se deja de decir. Hay que escoger las peleas que se quieren dar y no trenzarse a golpes en cada rencilla de taberna a la que nos invita el oficialismo, porque este último tipo de invitaciones se recibirán a diario “a ver si pican”.

Las peleas que hay que dar son aquellas que tienen vigencia más allá de la semana o quincena en curso. Hablando de lo importante se implementan estrategias que tienen sentido. Siempre que se nos invite a entrar en un debate que se sospecha inútil, hay que preguntarse sobre qué asuntos estamos dejando de hablar. No nos ha de extrañar que el tema abandonado sea un error o falencia del oficialismo que queda oculto bajo un manto de palabras.

Por eso no vale la pena entrar en estas polémicas, porque están hechas para que nos entretengamos en lo banal. La derecha está dispuesta a que el gobierno pague todos los costos de los que quiere preservar a su candidatura presidencial. Lo que está por caducar le importa menos que lo que está por empezar. En esto último podemos estar de acuerdo.