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Resiliencia – Ernesto Sepúlveda Tornero – Opinión

Resiliencia – Ernesto Sepúlveda Tornero – Opinión

Esta palabra, resiliencia, que puede parecer propia de tipos presumidos, que les gusta hablar en difícil para parecer muy instruidos. Nos permite introducir nuestro comentario de esta semana. Según el diccionario de la Real Academia Española.
“Resiliencia, deriva del latin resiliens, siendo resilīre ‘saltar hacia atrás, rebotar’, ‘replegarse’.
1. f. Capacidad de adaptación de un ser vivo frente a un agente perturbador o un estado o situación adversos.
2. f. Capacidad de un material, mecanismo o sistema para recuperar su estado inicial cuando ha cesado la perturbación a la que había estado sometido.
Esto para explicar lo que yo creo nos caracteriza en Chile, y en especial en Magallanes. Esa capacidad inagotable de volver a pararse, de volver a nuestro estado inicial. Es lo que hemos estado haciendo desde siempre. Los habitantes de nuestro territorio ya estaban aquí a la llegada de los españoles. Siguieron estando por mucho tiempo más, pese a todo. Ningún proceso de conquista es pacífico, ni la relación con los pueblos conquistados es idílica. No pretendo aquí hacer la síntesis de la experiencia española en América. Los pueblos originarios, fueron diezmados por la guerra, y las enfermedades que portaban los europeos. Pero una parte de ellos subsistió para preservar su cultura, sus costumbres. La unión con los colonos españoles primero, y luego con colonos de otras nacionalidades, forjó una nación. La mezcla de orígenes étnicos (de razas se decía antes), nos ha dejado entre otras muchas virtudes, la lengua. El idioma español, es una de las lenguas más ricas existentes. Y ha sido en América donde hemos creado y recreado, sobre la raíz latina, múltiples palabras, que de algún modo, han terminado creando un nuevo ser. Un sabio filósofo dijo que el lenguaje crea realidad. Y nosotros con nuestras palabras hemos creado un continente.
Los europeos trajeron también su religión a los territorios conquistados, y esa herencia persiste hasta nuestros días, cuando estamos por conmemorar 500 años desde la primera eucaristía celebrada en Magallanes.
En esta tierra, un territorio agreste, recorrido originalmente, sólo por los primeros pueblos, nómades, cazadores recolectores. También se vivió un encuentro trágico con los primeros colonos. La extinción de parte importante de esos pueblos, ha sido el saldo que avergüenza de la historia inicial de la Patagonia. Pero historias de resiliencia, de ponerse de nuevo de pie, se vivieron también en nuestras gélidas tierras. Con luces y sombras, como toda creación humana. La formación de nuestra tierra de Magallanes, fue hecha a pulso, con esfuerzo y sacrificio de generaciones completas de chilotes y migrantes europeos. Se superaron incendios, nevazones de antología, alzamientos armados, y lo principal, se aprendió a convivir con una naturaleza salvaje, que no perdona errores. La distancia con el centro del país, fue compensada con ingenio, con previsión, con ahorro. También con osadía, con audacia.
Son muchos los atributos, las cualidades de nuestra gente de Magallanes. Por ello que debemos apelar a esa característica propia de la gente de Magallanes, de la gente pionera, resiliente, que vuelve a levantarse, vuelve a ponerse de pie. Si hemos tenido que estar encerrados como en una prisión, bajo cuatro paredes, sin poder recorrer nuestros hermosos campos y bosques, si no hemos podido disfrutar de los ríos y lagunas. Debemos volver a esa raíz original de nuestro carácter único, de nuestra fortaleza. Debemos recargarnos, en nuestra fuente esencial de energía. La del amor por la familia, el apego por los nuestros. Es la única forma amigos y amigas, que venzamos el mayor desafío de nuestras vidas, vencer la pandemia. Sólo nosotros, los habitantes de este territorio lo podremos hacer, dependemos de nosotros mismos. Cuidémonos unos a otros, hagamos el último esfuerzo por reducir los contagios. Podemos hacerlo, así como hemos superado grandes dificultades en nuestra historia. Con confianza en nuestras capacidades, esperanza renovada, y fe en el Creador, lo lograremos.
Ernesto Sepúlveda Tornero.