No se mide cada uno, sino el todo – Víctor Maldonado – Opinión

No se mide cada uno, sino el todo – Víctor Maldonado – Opinión


 
 
El primer paso que se ha dado en la campaña presidencial del PPD ha sido un debate sobre distribución del poder interno y una cuantificación del costo monetario de la campaña. Poner el acento en estos aspectos no parece la idea más motivadora para incentivar la participación ciudadana.
 
Ningún aspecto procedimental ha de predominar sobre los contenidos de mayor interés público. Si la competencia logra concitar interés público y el contacto con la base militante se asegura, entonces la mantención de un candidato presidencial a la cabeza del partido pierde centralidad.
 
Ya se ha decidido encarar el proceso interno en condiciones conocidas por los participantes. Si la competencia no llega a ser relevante dentro ni fuera del partido predominará la conducción partidaria, puesto que ningún factor logrará alterar alguna posición interna relevante.
 
De momento, la elección primaria no da el aspecto de una competencia efectiva, sino un trámite necesario para la que se ha encontrado voluntarios que tampoco es que se desvivan por maximizar sus opciones.
 
Movilizar a los propios parece una empresa fácil, pero hace tiempo que ha dejado de serlo. Se necesita tener una gran motivación, la capacidad de movilizar militantes o ambas cosas. Pero, así como se ha empezado, esto puede llegar a ser una muestra de gran debilidad.
 
No se puede generar entusiasmo con aspirantes que transmiten desgano, con un resultado que parece predicho y usando un procedimiento juzgado como imprescindible, pero que no concita la tensión necesaria para tener éxito.
 
La estrategia seguida por el PPD, que es la estrategia de su presidente, tiene pleno sentido a partir del segundo paso. Lo que se está haciendo es pasar rápidamente por una primaria interna para, luego, encarnar la propuesta socialdemócrata en Chile.
 
Este modo de proceder tiene ventajas: despersonaliza el debate, se identifica con la alternativa más reconocible a la derecha en muchos países y permite un rápido traspaso de fronteras partidarias en apoyo a una candidatura. Al fin y al cabo, no se estaría cruzando ninguna frontera puesto que, como diría Lavín, al terminar el día todos somos socialdemócratas.
 
Esta apuesta tiene como condición para su éxito que, en el intertanto, no aparezca ninguna candidatura carismática que ponga el eje del agrupamiento entorno a otra variable. Más en general, necesita que ninguna otra candidatura se plantee superar las fronteras partidarias arribando a acuerdos programáticos con mayor capacidad de convocatoria. Hasta este instante, y solo hasta este instante, estas condiciones parecen ser las existentes.
 
En este itinerario el primer paso se da como un trámite tan obligatorio como con final predecible, pero no lo es. Ninguna primaria es un mero trámite. Es una medición de fuerzas, pero no siempre la que esperan sus organizadores.
 
Todo el proceso juega a favor de Muñoz, pero no es eso lo que se está midiendo. Lo que se va a constatar es la envergadura actual del PPD y eso requiere mucho más cooperación que competencia entre las candidaturas.