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Alguien olvidó poner el enchufe – Víctor Maldonado – Opinión

Alguien olvidó poner el enchufe – Víctor Maldonado – Opinión


 
 
Un sondeo de Criteria encontró que entre enero y marzo de 2021 Paula Narváez había bajado ocho puntos de conocimiento. Por esta razón su comando está preparando una serie de encuentros regionales, reuniones con gremios y esperan mejorar la coordinación de campaña con la dirección del PS. Está claro que este no es el camino para despegar, ni en este caso ni en ninguno.
 
Si la campaña socialista no ha prendido es, precisamente, porque se está moviendo en el círculo de influencia partidaria que, por definición, queda demasiado estrecho para la escala en la que se da la competencia presidencial. Un partido se mueve en un ámbito de decenas de miles de militantes y simpatizantes, mientras una campaña presidencial debe llegar a millones.
 
Mientras una candidatura “se queda en casa” desaparece para la gran mayoría ciudadana. Si, además, en su ámbito más cercano no recibe un apoyo excesivamente entusiasta de la dirección partidaria, el problema es mayor.
 
Si este fuera el problema clave de una sola candidatura presidencial de los partidos agrupados en Unidad Constituyente sería de lamentar, pero podría ser subsanado por el dinamismo de otras candidaturas. No es así.
 
La invisibilidad de los esfuerzos de campaña es un mal común a este sector político. Se están moviendo en sus respectivos ámbitos de influencia, por lo mismo, no hacen otra cosa que desaparecer cuando creen que están siendo competitivos. La primera reacción es atribuirse responsabilidades cruzadas: la dirección partidaria no colabora, el comando no acierta en las actividades que organiza, la candidata emite mensajes equivocados. Es inútil este debate. El problema no es singular, sino general. Si en una flota un barco se empieza a hundir, nadie lo nota; si la flota completa empieza a hacer agua, al principio no se percibe porque bajan de nivel al mismo tiempo.
 
La centroizquierda no despega ahora porque su mayor atractivo ha sido siempre el trabajo de equipo. Se compite, pero el bien común también existe. Se debate, pero el circuito programado ha sido establecido en colaboración. Se polemiza, pero los temas prioritarios son conversados y así aumentan su impacto.
 
No se crece porque este es un conjunto cuyo agregado de partes no suman nada. Antes, se ha ganado al activar el interés de una parte importante del electorado que adhiere a una unidad que es superior a cada componente por su lado.
 
Los candidatos de izquierda están campeando en las encuestas porque, al no tener una orgánica común ni la posibilidad de tenerla, sus candidaturas brillan tal como si representaran un colectivo ordenado. Mirado desde fuera, lo desestructurado parece unidad. El equipo no existe y las individualidades lo son todo.
 
¿Qué hacen los socialistas haciendo una campaña individualista? ¿Qué hacen los demás haciendo lo propio? Perder, desde luego. Despegar no es magia, es política. Para ganar hay que pasar a tener existencia real y en política la vida empieza con la coordinación de acciones. Los partidos de la centroizquierda tienen que entender que para competir deben cooperar entre sí. Mientras más quieran debatir, más tienen que trabajar juntos. Antes de eso, cada cual parece un artefacto eléctrico sin enchufar.