Escenas del mundo al revés | Víctor Maldonado R. | Opinión
Por definición, los colaboradores presidenciales con responsabilidad política, los ministros y subsecretarios, son actores públicos y definen por delegación lo que sucede en sus respectivas áreas. Los colaboradores directos de la Presidencia constituyen un equipo de apoyo que permiten al mandatario potenciar sus capacidades ante los demás, incluidos los otros miembros del gobierno.
Como el staff de la Presidencia se identifica tan plenamente con el mandatario, la condición necesaria para que cumpla con sus obligaciones es la de su casi completo anonimato respecto de la política pública. Su virtud es la discreción.
Es el Presidente el que habla, nunca el equipo cercano que le da soporte y por eso sus miembros no pueden distinguirse como los demás tienen la obligación de hacerlo. Un ministro silencioso está fallando en sus funciones y un miembro del equipo de apoyo está completamente fuera de lugar haciendo de vocero.
El problema básico que se enfrenta cuando el jefe de asesores se hace visible, y entra a ser motivo de polémica, es que compromete con su actuación o inmovilismo a su jefe. No hay ningún mecanismo institucional que proteja al Presidente de lo que le ocurra, precisamente porque su papel consiste en identificarse en lo posible con el jefe de gobierno. El entorno más cercano de protección del Presidente se vuelve un motivo de indefensión.
El Presidente Boric ha hecho un hincapié especial en su lucha a favor de la probidad. Los hechos de corrupción que se han presentado, repite sin descanso, no serán admitidos, la probidad pública será defendida, la transparencia con la que se actúa será completa, caiga quien caiga. No hay situaciones privilegiadas, la vara con la que se mide es más exigente que antes.
Se puede seguir enumerando afirmaciones, pero lo que importa es que la credibilidad presidencial se basa en el hecho de que las conductas reñidas con la ética no pueden rozarlo, dado que el corrupto es, en el fondo, un desleal.
Este es un discurso de principios y, por lo tanto, que se exige a si mismo mucho más de lo que la ley pide. Se hace todo lo que es correcto en función de los ideales que se han llegado a cumplir en el poder. A esto no se puede renunciar.
Si un colaborador cercano que es citado por la Cámara se excusa y no asiste es un grave problema. Legalmente no tiene la obligación, pero ese no ha sido nunca el punto. Dar marcha atrás después de pagar todos los costos no se explica.
La dificultad es que está literalmente al lado del Presidente, es cuestionado y está siendo protegido, lo que hace más notoria aún su presencia. Esto es malo porque su función es estar en las sombras, no por ser un personaje oscuro, sino porque el que debe aparecer es el mandatario.
Crispi está en un lugar expuesto donde no debiera estar, es un escudo que está siendo escudado; es el Presidente el que lo defiende y debiera ser al revés. Hace que el discurso de Boric se le vuelva en contra y la credibilidad es insustituible.
Tenemos al Parlamento opinando; al Contralor respondiendo consultas; a la oposición atacando; a los partidos aliados descontentos; a ministros dando explicaciones. Todo esto está fuera de lugar. Y lo peor es que no se entiende por qué están ocurriendo estas escenas del mundo al revés.

