El extraño caso del gobierno que consigue lo que no promete | Víctor Maldonado | Opinión

Los programas presidenciales suelen ser abultados y están llenos de palabras donde se expresan lo mejor para Chile, lo único que jamás ocurrirá es que un abanderado, de cualquier signo, comience sus discursos con un “lo intentaré”.
La razón para no decir tal cosa es que nadie votaría por alguien del que solo se puede esperar que hable, pero no sabe conseguir que algo ocurra.
Está por concluir la mitad del mandato del gobierno y, si se compara el programa presentado con lo hecho, nos encontraremos con que los mayores avances se han conseguido en áreas en las que no hay una promesa previa.
Por ejemplo, el programa es más bien vago en seguridad y, sin embargo, esta es la administración en la que más legislación se ha aprobado al respecto y es posible que al final del mandato los aspectos que se agreguen a las iniciativas ya promulgadas excedan, incluso, la agenda que se negoció con la derecha.
En cambio, lo que más destaca el mencionado programa es la necesidad de establecer reformas estructurales y aquí está todo por lograr. Hasta el momento no hay nada parecido a un “nuevo sistema de previsión social”, “acceso a la salud gratuita y universal” y “mayor recaudación”.
Hay siempre que evitar lo peor. No hay nada más puro que un gobierno fracasado porque, si bien no logró nada, tampoco tiene nada de que arrepentirse. Pero los políticos no son personas que quieran llegar al cielo, sino personajes interesados en llegar al poder y, si ya lo tienen, en conservarlo.
Para ser bien evaluado hay que haber pasado del decir al hacer y lo que se empezó con palabras tienen que convertirse en obras. Es cierto que nadie vota por lo que ya se hizo, pero más cierto aun es que nadie quiere votar por alguien que no marca ninguna diferencia entre que esté y no esté.
Hasta el momento, este no es un gobierno que haya fracasado negociando con la derecha porque cuando ha tenido voluntad de llegar a acuerdos lo ha logrado y de los resultados no se puede quejar. El fracaso es previo porque es poco frecuente que llegue a la instancia de transacción con la derecha debido a la falta de acuerdo interno entre sus coaliciones.
Sin embargo, las sucesivas crisis han tenido un efecto benéfico en este sentido. Al gobierno se le ha ido reduciendo el espacio de maniobra por el caso Convenios, la crisis de los partidos del FA, el episodio de las reuniones en casa de Zalaquett y las explicaciones posteriores, que son para llorar.
El nivel de inocencia mostrada en el cuento de Caperucita y el lobo ha sido superado localmente por una versión no autorizada de la Ministra y el lobby. Después de todo lo anterior, no ha quedado maximalista con ganas de hablar.
Como contrapartida, los ministros Marcel y Jara tienen la oportunidad de potenciar una salida aceptable para distribuir la cotización adicional en “3 y 3”, proveniente del centro político. Ya es tiempo de mostrar logros. Ahora que está mal, si el gobierno escoge el ancho camino del medio, le puede ir bien.