¿Será necesario descentralizar la descentralización?

¿Será necesario descentralizar la descentralización?

El 30 de marzo se conmemora en Chile el Día de las Regiones, una fecha propicia para preguntarnos cuánto ha avanzado la descentralización y cuáles pueden ser los siguientes pasos para fortalecer la capacidad de las regiones para que gobiernen y administren sus territorios, asegurando la participación activa de la ciudadanía.

La historia de la descentralización es una lenta cronología de avances y retrocesos, en un país donde la relación centro-regiones se ve distinto desde la capital en el centro de Chile, y desde las regiones y provincias que forman este extenso país.

En descentralización desde 1990 hasta la fecha a nivel regional, se destacan en el ámbito legislativo la dictación de la Ley N°19.175 sobre Gobierno y Administración Regional, mediante la cual se crearon los Gobiernos Regionales. La dictadura había heredado una estructura estatal y administrativa fuertemente centralizada. En el año 2009 se promulgó la ley N° 20.390, que introdujo una serie de reformas a la Constitución Política en materia de gobierno y descentralización, fortaleciendo el accionar de los consejos regionales, a través de la elección directa de los consejeros regionales, lo
que se materializó en marzo de 2014.

El proceso descentralizador dio un paso crucial en enero 2017, con la publicación de la ley N° 20.990 que dispone una Reforma Constitucional para la elección popular del órgano ejecutivo del Gobierno Regional. A su vez, las leyes N° 21.073 y N° 21.074 que modificaron la LOCGAR, regularon la elección por sufragio popular del Gobernador Regional y el proceso de transferencia de competencias a los Gobiernos Regionales, respectivamente.

La más reciente reforma al sistema de gobierno y administración del país, ha instalado las antiguas Gobernaciones como Delegaciones Presidenciales, subrayando el poder central del Estado sobre las regiones y provincias, y, junto a las Delegaciones, las Gobernaciones Regionales, heredadas de las antiguas Intendencias, administran las regiones desde una lógica descentralizada.

En el actual sistema, coexisten dos gobiernos en las regiones: un gobierno centralizado a través de las Delegaciones Presidenciales y un gobierno más o menos descentralizado, a través de los Gobernadores Regionales. Un gobierno regional emanado del sufragio democrático de las regiones (los Gobernadores) y un gobierno regional designado por el Presidente de la República.

En definitiva, la buena administración de las regiones depende de la capacidad de coordinación y trabajo conjunto de Gobernadores y Delegados, pero ¿qué sucede si ambas autoridades, por razones políticas o ideológicas, no se entienden?

La Comisión Asesora Presidencial sobre Descentralización de 2014 plantea la necesidad de «avanzar en descentralización fiscal a nivel de los gobiernos regionales y locales, requiere aumentar el peso relativo de sus ingresos propios, aumentar el peso relativo del gasto de decisión regional y local respecto del gasto público total y dentro de este último, aumentar el peso relativo del gasto de decisión regional y local no condicionada».

La descentralización implica transferencia de competencias desde la administración central a nuevos entes morales o jurídicos, dotar de entidad jurídica a los órganos descentralizados y la asignación un patrimonio propio y una gestión independiente de la administración central.

La descentralización es un mecanismo destinado a asegurar la toma de decisiones, los recursos, las atribuciones y facultades para que la administración y gobierno de los territorios, favorezca el desarrollo humano y sustentable, disminuyendo al mínimo las burocracias e impulsando la iniciativa pública y privada. El gobierno de los territorios desde los territorios.

Manuel Luis Rodríguez U.