La tortuga puede alcanzar a la liebre | Víctor Maldonado R. | Opinión

Cuando se entra en un año electoral todo cambia. Ya se ha dado el pistoletazo inicial porque en pocas semanas, el 10 de mayo, se inicia el período de campaña con motivo de las primarias. Estos eventos son puntuales, pero en conjunto producen la movilización de los partidos y un perceptible cambio de clima.
Las realidades locales son completamente diferentes unas de otras, quienes se basen en los discursos genéricos de alcance nacional se extravían, pero se espera también que un candidato tenga una opinión en las grandes materias.
Por eso, hacen bien las coaliciones cuando sus equipos profesionales y técnicos preparan propuestas sectoriales que puedan ser adaptadas a las diferentes realidades comunales. Sin embargo, el mayor aporte que pueden hacer los partidos es concordar el sentido político de sus acciones en todo el país.
Con las elecciones municipales la política recibe un baño de realidad. En Palacio se preparan señales, en los ministerios se ven cifras, en el Parlamento se cuentan votos, pero en la comuna se ven rostros. Aquí las teorías patinan.
Los candidatos oficialistas se dan cuenta que si en alguna materia el gobierno lo está haciendo mal, no les queda otra que ponerse del lado de la gente. De otro modo no le sirven a nadie ni los elegirían para un cargo.
A los candidatos de oposición no se le piden críticas al oficialismo, eso la gente lo hace todos los días sin ayuda. Las personas piden soluciones, lo que implica coordinarse con el resto de las autoridades. Construir requiere emplear las manos, más que agitar la lengua y toda ayuda sirve, incluida la del gobierno.
Así, lo que ocurre es que los candidatos se vuelven prácticos y los partidos toman decisiones acerca de las prioridades a representar a lo largo del territorio. Esta combinación cambia el escenario de modo rápido y consistente.
La competencia produce una cierta regeneración de cuadros y favorece la adaptación a los cambios, con lo que se abren posibilidades insospechadas cuando la regla era el conformismo claudicante.
Tal parece que la rueda de la fortuna no estaba clavada. Lo que coordina a la derecha es el éxito y cuando se presenta el fracaso, de inmediato se reciente la coordinación. A su vez, el éxito de la derecha no es el reflejo de la existencia de un equipo que digita los movimientos desde las sombras; lo que más los estimula es la falta de iniciativas unitarias del gobierno.
A la oposición se le ha dado, por errores de sus adversarios, todas las oportunidades para crecer sin trabas, pero el movimiento se detuvo.
El conflicto entre republicanos y Chile Vamos se está mostrando más difícil de administrar de lo esperado. La distribución de territorios no es pan comido cuando los que quieren competir son independientes. Van a confrontarse donde no debieran hacerlo por no poderlo evitar.
En la Cámara las diferencias respecto de la censura a la mesa es una muestra de lo que no debería pasar y pasa. La derecha se enreda sola. Una coalición de centroizquierda, que no repita los mismos errores, puede acercar posiciones durante la campaña y eso tendría efectos notables. En ocasiones, la tortuga puede alcanzar a la liebre, aunque lo diga Esopo que era independiente.
Víctor Maldonado R.. sociólogo.