La ganadería de Tierra del Fuego en la época de la fundación de Porvenir | Manuel Luis Rodríguez | Historia y Memoria
En la Memoria del Delegado del Ministerio de Colonización Mariano Guerrero publicada en Santiago en 1897, dos años después de la fundación de Porvenir, aparecen interesantes datos sobre los comienzos de la ganadería en la isla grande de Tierra del Fuego.
El médico Lautaro Navarro Avaria relata en esta Memoria que “la Tierra del Fuego cuenta con cinco estancias, todas de importancia. La primera fue la que se estableció en Jente Grande, allá por los años 83 u 84. Después han venido la de bahía Phillip; otra al sur de esta; la de Porvenir i por último la de la Sociedad Esplotadora de Tierra del Fuego que tiene ya una estancia del lado de Bahía Inútil i otra en formación del lado de Bahía San Sebastián.”
La misma Memoria detalla los nombres de los propietarios de tierras en la isla de Tierra del Fuego en 1897: “Juan Pablo Durán, Ramón Porta, Mateo Bermudez, Vicente Traslaviña, Braun i Blanchard i compañía, José Kusmanich, Estéban Sadan, Miguel Goyak, Nicolás Covacich, Cosme Espiro, Yack Donelly, Gregorio Colombo, Rodolfo Stubenrauch, Sociedad Esplotadora de Tierra del Fuego, Tierra del Fuego Sheep Company, Sociedad Philippi Bay Farming, Haciendas Jente Grande i Porvenir, Lennox Dobree y Compañía y Saunders Hamilton.”
Ya estaban instalados en Porvenir y Tierra del Fuego los poderosos capitales ganaderos, junto a numerosos pequeños estancieros, para dar impulso al trabajo y el desarrollo del territorio más austral de Chile.
Y este desarrollo se produjo a costa del enfrentamiento desigual entre los colonos y los aborígenes de la Tierra del Fuego.
Dice la Memoria de Mariano Guerrero: “pero los enemigos jurados de las ovejas han sido i son los indios fueguinos. Por supuesto que en las estancias de la Tierra del Fuego, pues los onas, que habitan la parte ocupada por haciendas lanares en esa isla, no poseen canoas i no pueden atravesar el estrecho. Los infelices indios codician mucho las pieles de las ovejas, guanacos blancos como los llaman, para hacerse abrigos i carpas. Ha sido inútil que se hayan tendido alambrados, porque saben cortarlos. En una noche hacen un arreo de centenares de ovejas. I todavía son suficientemente hábiles para agarrar los corderos i desgarretarlos, impidiendo que los infelices animales puedan caminar…”
Y agrega el informe del Delegado del Ministerio de Colonización: “los ovejeros, para auyentar a los indios, dejan luz encendida durante la noche en los puestos o casitas, aunque estén deshabitadas, para hacerles creer que hai jente lista para perseguirlos. Se ve pues que los fueguinos, a pesar de su estado de barbarie, saben distinguir mui bien lo propio de lo ajeno.”
(Reproducimos el texto conforme a la ortografía usual en 1897).

