La justicia es lenta hasta para salvarse | Víctor Maldonado | Opinión
- Pongámonos de acuerdo en el orden de importancia que tienen los problemas políticos que afrontamos. Lo más delicado es que existan jueces de la Corte Suprema que puedan ser acreedores a una acusación constitucional.
- Solo en segundo lugar se presenta lo que eso le signifique a la Cámara de Diputados en cuanto a tener que absorber una recarga de trabajo. Se trata únicamente del cumplimiento del deber asumido en contexto de estrés.
- En tercer lugar, se presenta la necesidad de combinar esta tarea con otras de importancia estratégica, lo que puede obligar a tomar en cuenta criterios de “economía procesal”, en el sentido de que una misma comisión puede estar viendo más de un caso, pero siempre en su mérito particular.
- Esta es una dura prueba para la Cámara porque ya algunos parten de la base de que la situación se presta para que un poder del Estado se ponga a jugar con otro. No se puede criticar a los parlamentarios por reaccionar ante un hecho grave. La institucionalidad política se evalúa por la forma en que enfrenta dificultades importantes, mucho más que por lo que pasa en tiempos rutinarios.
- Sucede que quien ha dado motivo para la pérdida de su prestigio, ya antes en niveles bastante modestos, han sido varios miembros de la Corte Suprema. Su situación no se debe a un ataque desde fuera.
- Y en lo que podremos convenir es que la citada Corte no ha destacado por la velocidad en que ha tomado la iniciativa. Hay que tener en cuenta el contexto, el tiempo no trascurre con neutralidad, sino ahondando el desprestigio de un poder del Estado que desciende en las encuestas todavía más.
- La justicia chilena es lenta hasta para salvarse. La reacción de Vivanco ha producido la instalación por largo tiempo de la crisis. El amplio lapso que tenemos por delante no permite una tranquila espera a que los jueces tengan a bien resolver una situación que se enreda a cada paso.
- Lo que no se ve como posible es recuperar la confianza pública, manteniendo en su interior personas cuestionadas. Este es un debate que se tiene que dar en la forma prevista en la Constitución y es por la vía de una acusación en el Parlamento. Si alguien tiene una mejor idea de cómo salir del embrollo, sin seguir pagando altos costos, sería bueno que ya lo hubiera dicho.
- Se puede evaluar la gravedad de los cuestionamientos. Hay quienes han disculpado a alguno de los jueces mencionados porque “sólo ha mentido”, pero esto sólo evidencia lo insostenible de la situación. Si un poder del Estado basa su funcionamiento en requerir que cada ciudadano declare con la verdad, no puede seguir operando en su cúspide con personas que mienten.
- Así que lo que hay que preguntarse no es si le resultará fácil a la Cámara tener que vérselas con distintas acusaciones constitucionales, sino si alguien cree posible que no se proceda a dar este paso en plena conmoción social.
- Ya el daño hecho a la credibilidad del sistema democrático es muy profundo. Es imposible suponer que el hondo desprestigio de sus instituciones clave no se exprese en las elecciones venideras, solo falta saber en qué dirección y con cuánta fuerza se va a expresar. Entramos en una zona de alto riesgo.
Víctor Maldonado R.

