La construcción del Fuerte Bulnes entre octubre y noviembre de 1843 | Historia y Memoria

El libro «Rumbo al Sur, el histórico viaje de la Goleta Ancud al Estrecho de Magallanes 1843«, del historiador Manuel Luis Rodríguez, publicado recientemente en Punta Arenas, relata la construcción del primer Fuerte Bulnes en el estrecho de Magallanes, realizada en los meses de octubre y noviembre de 1843.
El bautizo del primer Fuerte Bulnes.
«El lunes 30 de octubre, como siempre desde las 4 de la mañana, trabajaron afanosamente en la construcción, a pesar del viento Norte que golpeaba el sector. Aunque el conjunto de la construcción diseñada no estaba completada, por lo menos el fortín mismo estaba prácticamente terminado en su obra gruesa, por lo que el capitán Guillermos decidió darle alguna solemnidad a la fecha y bautizar la construcción.
Hacia las 6 de la tarde, hizo desembarcar al personal que estaba en la goleta, reunió a toda su gente y procedió a la sobria ceremonia.
Como se encontraba también surto en la bahía, el velero estadounidense «Sapewing» y su dueño y capitán había trabado comunicación con Juan Guillermos, éste le solicitó participar del singular acto.
Asistamos por un instante a la sobria ceremonia de bautizo del recién construído Fuerte de la Colonia de Magallanes. Escribe al respecto Juan Guillermos en el Bitácora de la goleta: «Aproveché este día para el bautizo del fuerte. Con este fin hice bajar a tierra toda la jente que componía la espedición para celebrar el acto. A las 6 p.m. estaba todo listo, enarbolé el pabellón nacional de la República al primer disparo i siguió salva jeneral de veintiun cañonazos. Sirviendo de padrinos: Intendente Comandante Jeneral de la provincia de Chiloé don Domingo Espiñeira, representado por el capitán i dueño del bergantín N.A. Sapewing de Nueva York, don Cristobal Lozada. Al primer disparo de cañón lo bautizaba con el nombre de la República de Chile i lo nombraba Fuerte Bulnes; en el acto rompí una botella de vino chileno sobre la muralla del Fuerte acompañado con los más entusiastas vítores de los presentes. La salva era contestada por el bergantin N.A. «Sapewing con igual número de disparos, i más tarde por la goleta Ancud. Hice repartir dos raciones de vino a cada uno i a las 10 h 30 p.m. regresamos a bordo.» ([1])
Martes 31 de octubre al sábado 11 de noviembre: termina la construcción y se entrega el Fuerte Bulnes a su primer jefe.
Los trabajos de construcción del fortín continuaron, ahora renovados por el entusiasmo de un recinto ya bautizado: el martes 31 de octubre y miércoles 1° de noviembre, las faenas se iniciaron a la hora acostumbrada y los grupos de trabajo divididos entre el bosque y el fortín mismo. Estos dos días se avanzó en levantar las paredes del segundo piso del fuerte.
El jueves 2 de noviembre, mientras continuaban los trabajos de construcción, zarpó hacia el mediodía desde bahía San Juan el bergantín «Sapewing». El capitán De Lozada se ofreció para llevar correspondencia al norte del país y prometió a Juan Guillermos hacer una breve escala en San Carlos de Ancud para transmitir sus comunicaciones. Guillermos aprovechó la ocasión para enviar al Intendente de Chiloé, un cajón conteniendo muestras del carbón de piedra hallado en la «punta arenosa».
Hacia las 18 horas de ese día fondeó en la bahía un vapor de guerra de la Armada Británica, el «Cormorant«, que procedía de Río de Janeiro con destino a Valparaíso y capitaneado por su comandante N. Gordon.
Juan Guillermos estaba comprobando, y así quedaría también consignado en el Bitácora de la goleta «Ancud», que el Estrecho de Magallanes era una ruta muy frecuentada por todo tipo de embarcaciones.
El viernes 3 de noviembre, los trabajos en el fuerte continuaron, pero ésta vez, el capitán Guillermos consideró que el primer piso estaba habitable por lo que hizo trasladarse al personal de soldados artilleros al recinto. Además, Guillermos, celoso guardián de la soberanía territorial chilena, al observar que numerosos oficiales del buque de guerra de S.M. Británica habían desembarcado para cazar en las inmediaciones del fuerte, hizo instalar una guardia armada al pié del asta de la bandera.
Al día siguiente, sábado 4 de noviembre, los trabajos constructivos continuaron: se cortaron y labraron otras 8 vigas y fueron trasladadas al fuerte, donde fueron instaladas, mientras otro grupo emparejaba los terraplenes del recinto.
Ese mismo día hacia las 18 horas, y como el capitán de la «Cormorant» diera aviso a Guillermos que zarparía al día siguiente con destino a Valparaíso, se ofreció para conducir correspondencia, costumbre que era tradicional entre los navegantes a vela en todo el mundo. El capitán Guillermos aprovechó de redactar una nota dirigida al Ministro del Interior, informándole en forma pormenorizada de todo lo realizado hasta la fecha y remitiéndole además un cajón conteniendo muestras del carbón mineral encontrado en el sector de la «punta arenosa».
De este modo, el domingo 5 de noviembre, mientras continuaban los trabajos de construcción del fortín, Juan Guillermos aprovechó el zarpe del buque inglés «Cormorant» hacia Valparaíso y, junto a un cajón con «…muestras del carbón de piedra hallado en la punta arenosa…«, le envió al Ministro del Interior, Irarrázabal, una comunicación en la que, según escribe en el Bitácora: «…aproveché esta oportunidad para escribir al sr. Ministro de Estado en el Departamento de lo Interior, de las obras hechas hasta esta fecha i al mismo tiempo le remito muestras de carbón hallado en la punta arenosa.» ([2]).
El texto de dicha comunicación -hasta hoy inédita- en la que sintetiza todo lo obrado en Magallanes hasta ese día, es el siguiente.
«Puerto de San Felipe – Magallanes, noviembre 4 de 1843.
Fuerte Bulnes
Sr Ministro del Estado en el Departamento del Interior.
Sr Ministro:
El dia siguiente que tuve el honor de escrivir a U.s con fecha 26 de septiembre zarpé de este punto á cumplir con mis instrucciones de investigar los lugares que se encargo en ellas, para levantar una fortaleza y dejar el piquete de artilleria que conduce en la goleta de guerra Ancúd; esperimenté en dicha epoca unos vientos muy recios que no me dio lugar de reconocer, en la punta baja vi el cabo á mi entera satisfaccion cuyos pormenores no anotaban en mi diario; todos lo demas puntos reconoci y no se hallo un punto ventajoso ni seguro, para dejar la tropa destinada de quedar en los Estrechos, por razon de no encontrar leña para construir fortaleza y para cocinar para la jente de distancia de algunas leguas todo es llano cubierto de buenos pastos sin un arbusto, y en el lugar donde fonde en la goleta Ancúd era claramente visible desde punta barranca, que la Punta Baja es de la misma naturaleza, sin leñas llanos no mas muy pastosa; y sin fondeadero para buque alguno y mucha mar; las islas de Elizabeth, Martha y Magdalena son del mismo tenor llanos pastozas sin leña ni ramos para terreno superior para cultivar.
En vista de las razones espuestas volvi al este (dejando) marca en la isla de Elizbeth una asta con incripcion Republica de Chile el poste mas promeniente donde pasan los buques.
Regrese y fondé en este puerto el dia 12 octubre conservandolo mas elegible para el proposito, con abundancia en buenas maderas en el mismo lugar y agua tambien para todas partes, y seguro en respecto de los indios de la Patagonia, y en el acto de fondear la tropa y tripulacion á cortar bigas para la ereccion de la fortaleza, cuya obra se encargo el Sr naturalista Dn Bernardo Philippi. El travajo ha cido muy pesado de conducir del monte de estas bigas al hombro, de está construido el fuerte que a la fecha esta cuasi contruido con tal seguridad que el piquete puede defenderse contra mas indios que jamas pueden reunir á un tiempo y con artilleria fuerte.
El 30 de octubre tuve el honor enarbolar el pabellon nacional de la Republica con salva general de veinte un tiros de cañon al mismo tiempo bautizandolo con el nombre del Exelentisimo Sr Presidente con una botella de vino puro chileno dentro las mas entusiastas vivas de todos que me acompaño glorioso acto, para cuya celebracion hize bajar todos en tierra, y no puedo elojiar de mas los servicios que he recibido del Sr Philippi en el presente expedicion y los entusiastas patrotismos de todos para concluir el Fuerte, que creo sera en ocho a diez dias.
Entonces (iré) en la goleta de guerra Ancúd un poco mas al este a investigar un lugar donde hallamos una cantidad de carbon de piedra que sin alguna duda existen en abundancia en los Estrechos e con este mineral desvanece toda dificultad de colonizar cualquier punto de ellos, si el gobierno supremo se halla en conveniente y por la navegacion de vapor la mas esensial.
A mi regreso de esta investigacion, zarpo para Chiloé dejando en el Fuerte Bulnes el Teniente de Artilleria de guarnicion con víveres suficientes y sin escases para allar hasta el ultimo dia de febrero.
Los buques que han fondeado en este puerto desde toma posesion en nombre de la Republica es el vapor de guerra frances y vapor de guerra inglesa, ha pasado a la vista una fragata de guerra Ingles, una barca francesa llamada Nalaban, veinte tres dias de Valparaiso con destino a Francia.
Hemos tratado con los indios de Patagonia y son muy afables donde conseguimos de ellos carne de guanaco y son jente que se puede conseguir su amistad con mucha fasilidad y ventaja.
Aprovecho Sr. Ministro de saludar a U.s con el debido respecto que Dios guarde a US.
Juan Guillermos. (_)
Con respecto a la misión de exploración que traía Guillermos, dos hechos relevantes aparecen mencionados en esta nota del capitán de la «Ancud»: por un lado, las dificultades para reconocer un lugar apropiado para instalar la colonia, como que de hecho no apreciaron las bondades de la «punta arenosa» o Sandy Point; y por el otro, la importancia que le atribuyen acertadamente, al descubrimiento de carbón mineral o de piedra en dicho punto.
En esta carta aparece evidente que habiéndose recorrido la costa norte y noroccidental del Estrecho, desde puerto San Felipe hasta la primera Angostura, Guillermos y sus hombres exploradores y «…no se halló un punto ventajoso ni seguro para dejar la tropa destinada a quedar en los Estrechos, por razón de no encontrar leña para construir la fortaleza y para cocinar…». Esto significa que uno de los criterios principales por los cuales Juan Guillermos, Phillipi y los demás expedicionarios deseaban determinar la mejor ubicación de la colonia, era que el lugar estuviera adecuadamente provisto de bosques, es decir, de madera y leña para la subsistencia de los que permanecerían en la zona, y que contara con suelos cultivables.
Ese mismo día 5 de noviembre, el capitán Guillermos, celoso de asegurarse la indiscutible y exclusiva presencia chilena en los territorios australes, fue personalmente con dos marineros en una chalupa hasta la desembocadura del río San Juan e hizo quitar el poste inscrito con una leyenda en inglés, que había descubierto el 12 de octubre recién pasado. El terreno fue «terraplenado» completamente, eliminando todo rastro de presencia humana que allí hubiese.
El lunes 6 de noviembre, no obstante que los marineros desembarcaron a la hora temprana de las 4 de la mañana a trabajar, los recios vientos del NW. y SW, e incluso alguna nieve que cayó, impidieron los trabajos en el segundo nivel del fortín, por lo que se ocuparon en calafatear, «embarrar» las paredes y labrar los tablones.
El martes 7 de noviembre, y a pesar de los vientos y lluvias chubascos que caían, Guillermos ordenó que se avance en el bosque y la construcción; y escribe en el Bitácora: «Se terminó el segundo piso colocando catorce vigas. Se hizo el puente levadizo, almacén de pólvora, se terminó de enlucir la muralla por dentro i fuera i se principió el foso.» ([3])
Puede afirmarse que el miércoles 8 de noviembre, la obra gruesa en general del fortín estaba completada: en la mañana se construyó el batiporte, se forró la Santa Bárbara y el almacén de pólvora, por lo que ya en la tarde, pudieron desembarcarse las dos piezas de fierro de 4 calibre, más las municiones, 200 balas y 176 tiros de metralla.
El jueves 9 de noviembre, el tiempo en el sector de la punta Santa Ana, continuaba siendo inestable, con vientos del W. y SW., con cielo cargado de nubes y con chubascos de lluvia. Con este clima, aún así desembarcaron a las 4 de la madrugada y se pusieron manos a la obra: se desembarcaron todos los víveres desde la goleta, para lo cual se efectuaron varios viajes con las dos chalupas y se instaló la artillería en el fuerte.
El viernes 10 de noviembre, continuó la rutina horaria de trabajo: desde las 4 de la mañana, los marineros y tropa bajaron a trabajar al fuerte: las faenas consistieron en excavar el foso que circundaba el fortín entre la empalizada y éste, y se trabajó en acomodar los víveres dentro de la bodega especialmente habilitada.
Además, en la tarde el carpintero Lorenzo Aro trabajó en la fabricación de una verga para la vela redonda de la goleta, mientras el resto del personal hacía aguada y cortaba leña.
Al final del día, los trabajos de ordenamiento y disposición del fortín estaban prácticamente terminados.
El sábado 11 de noviembre fué un día importante para la expedición. Temprano a las 4 de la madrugada, como de costumbre, desembarcaron todo el personal de la tripulación: mientras un grupo cortaba leña para el fogón-cocina de la goleta, otros hacían aguada. El carpintero Lorenzo Aro trabajó, además, en el arreglo de las batiportes del fortín.
Se terminó de desembarcar los víveres y los pertrechos de guerra. A continuación, el capitán Guillermos hizo levantar un inventario de todos los víveres, enseres, herramientas y pertrechos de guerra que quedaban en el recinto, entendiendo que los víveres eran suficientes hasta fines de marzo de 1844.
Hacia el mediodía estaba todo listo para la entrega del fuerte. Se reunieron todos junto a la muralla del fuerte.
La “muralla del fuerte”, a que hace referencia Juan Guillermos, era precisamente la empalizada de troncos asentados en tierra, construída alrededor del fortín, formando un perímetro circular.
En honor a la verdad, el llamado Fuerte Bulnes era un fortín, es decir, una torre cuadrada de dos pisos y un subterráneo (la planta baja destinada a habitación de la tropa y la planta alta, para la defensa), de 4.20 a 5 metros de diámetro, construída mediante vigas superpuestas en forma horizontal, de manera que unas y otras daban solidez y trabazón a toda la edificación.
[1] Anrique, N.: op. cit., pp. 861-862.
[2] Anrique, N.: op. cit. p. 865.
_ Ministerio del Interior. Correspondencia de las Provincias, op. cit., Vol. 197. Docto. 4 noviembre 1843.
[3] Anrique, N.: op. cit.p, 867.
