El gobierno de los más o la extorsión de los menos | Víctor Maldonado R. | Opinión

El gobierno de los más o la extorsión de los menos | Víctor Maldonado R. | Opinión




Las reformas políticas no se van a aprobar en este gobierno. Las normas propuestas no están pensadas para ser aplicadas de inmediato, lo que sería inconcebible estando tan cerca de un proceso electoral. No se trata únicamente de eso. Parece inviable que se aprueben en esta legislación, sin importar que se apliquen de forma diferida en el tiempo.

Reformas de este tipo se tienen que dar en circunstancias que sus opciones de concitar acuerdos sean las mayores, es decir, al inicio de un período legislativo, cuando los parlamentarios acaban de ser electos o reelectos.

Nos encontramos en el momento de mayor resistencia a este tipo de innovaciones. Eso sin contar con que el modo como se han generado las normas puestas en discusión tiene un evidente sesgo en sus promotores.

Ahora es cuando las candidaturas requieren de sumar todos los apoyos posibles y eso incluye a los partidos de menor tamaño. Para estos, que se legisle de manera que se hace más difícil su sobrevivencia no resulta compatible con que se les pida en simultáneo su apoyo. Por eso la iniciativa no va a ser aprobada.

Sin embargo, este puede ser un período en que se avance de manera perceptible en la constitución de mayorías estables que permitan una mayor gobernabilidad del sistema democrático.

Para eso hay que escapar del punto de mayor resistencia. Más que hacer el intento de comenzar reduciendo el número de partidos, pidiendo que varios pongan la cabeza bajo la guillotina, se puede actuar fortaleciendo la constitución de mayorías estables y dialogantes en los dos lados del especto político.

Donde más trabajo hay que realizar es en la centroizquierda y sería muy beneficioso que se emplearan estos días con ese propósito.

El proceso de primarias permite identificar un conjunto de propuestas programáticas que se van a ir consolidando de aquí al final de la campaña presidencial, como una guía compartida de propósitos comunes y de compromisos políticos, incluso si el resultado final sea adverso.

Lo que falta en la centroizquierda es conformar una coalición en toda propiedad, con conducción política efectiva, que permita identificar propuestas coincidentes, negociar acuerdos de alcance nacional y darle expresión mayoritaria en el Parlamento. Se puede evitar que el Congreso parezca una instancia que en cada votación nos puede dar una sorpresa.

Ya hemos comprobado en oportunidades anteriores que no es posible la unanimidad de los involucrados. Intentarlo solo consigue que pequeñas minorías pongan en jaque al resto, negándose a dar el acuerdo.

No es lógico que el país sea gobernado por los menos que se oponen, en vez de por los más que quieren construir paso a paso. Este parece ser el modo más efectivo que se tiene para darle gobernabilidad al sistema. No se necesitará de subterfugios para conseguir reformas de importancia, incluidas las reformas políticas, que se han intentado mediante procedimientos que no soportan la luz pública cuando se requiere de una amplia transparencia. No hay estabilidad sin instalar una sede visible del poder político en la centroizquierda.