Mayorías sólidas y acuerdos transversales | Víctor Maldonado | Opinión

Mayorías sólidas y acuerdos transversales | Víctor Maldonado | Opinión

Una vez más tenemos la comprobación de lo que se necesita en política para que Chile avance: liderazgos políticos jugados, instancias de responsabilidad involucradas, capacidad de construir acuerdos y posibilidad de implementar decisiones por períodos largos.

Pienso en los tres ejemplos más notables del último período, asociados a nombres que destacan en cada caso: la reforma tributaria con Jeannette Jara (PC) y José García Ruminot (RN); la agenda de seguridad con Carolina Tohá (PPD) y José Antonio Coloma (UDI); la comisión de paz con Francisco Huenchumilla (DC) y Alfredo Moreno (Chile Vamos).

En estos casos se da un mismo patrón de comportamiento. Siempre son muchos los involucrados, pero destaca la capacidad de superar obstáculos y sobreponerse a los momentos en que nada parece posible. Ocurren en instancias con capacidad de resolución y respaldo institucional. Los acuerdos se establecen para periodos largos de tiempo, más allá de los cálculos interesados.

Y si estos son los aspectos destacables de quienes impulsan los cambios o mejoras, también se tiene igualmente identificados las características de quienes se oponen a todo evento.

Intentan detener los cambios los que hacen del diálogo un sinónimo de claudicación con los adversarios. Se resisten los que priorizan primero ganar para imponerse por completo después. El rechazo se instala entre los que priorizan lo que ocurre en la coyuntura y la defensa fácil de posiciones sin matices, sin mayor consideración por las consecuencias mediatas.

Ocurre que los constructores de acuerdos logran tener éxito cuando se decide unir fuerzas entre quienes están disponibles a dialogar y consensuar, enfrentando a los obstruccionistas de ambos lados.

Los obstáculos comienzan a despejarse cuando se renuncia a un acuerdo total de quienes pertenecen al propio sector y la asociación efectiva se encuentra al otro lado de la cancha. Nunca las soluciones dependen de la unanimidad.

El precio que se paga es la renuncia a implementar propuestas del completo agrado de una de las partes. Se busca la ejecución paulatina y por etapas de las soluciones encontradas. No hay avance sin consensos maduros.

Todo se vuelve aplicación gradual y monitoreada de resultados, preparándose para mejoras continuas a las que se les aplica el mismo procedimiento de búsqueda de acuerdos ya usado.

Se hace necesario que cada uno de nosotros tome dos decisiones clave: a qué sector político quiere pertenecer y con qué actitud se encara las diferencias. Una sola opción no basta. Las ideas pueden ser propuestas o impuestas.

Sin decisión política no se sabría qué defender. Sin una actitud dialogante nunca se tendría la necesidad de priorizar entre los objetivos propios ni de aceptar los puntos de vista ajenos, que es lo que permite ir conformando mayorías.

El saber enfrentar el populismo consiste en impedir que nuestra democracia caiga en el estancamiento del país y en la frustración ciudadana. Se construye entre todos y la mayoría dirige. Es lo que muestran estos tres ejemplos.