¡Vivan las heroínas que nos dieron patria! El Grito que abre la política a las mujeres en América | Carolina Guzmán | Opinión

El Grito de Independencia que encabezó Claudia Sheinbaum este 15 de septiembre en México no fue un acto más dentro del calendario republicano. Fue un hito histórico y simbólico: por primera vez en más de dos siglos, una mujer presidenta encabezó la ceremonia que marca la memoria fundacional de ese país. Sheinbaum, al incluir en sus arengas a heroínas invisibilizadas de la independencia, no solo recordó nombres sin el complemento del apellido de casadas como Josefa Ortiz o Leona Vicario, sino que también tendió un puente entre la lucha por la soberanía nacional y las batallas actuales por la igualdad de género y la participación política de las mujeres. Ese gesto abre puertas más allá de México: en toda América Latina, donde las democracias aún cargan con el lastre del machismo y la subrepresentación femenina en los espacios de poder.
Lo sucedido en el Zócalo de Ciudad de México es, en realidad, un mensaje político de enorme trascendencia. No se trata solo de quién da el grito, sino de qué países y qué América queremos construir. Que una mujer encarne el símbolo mayor de la soberanía mexicana tensiona el campo político latinoamericano y nos obliga a preguntarnos: ¿Chile tendrá nuevamente una mujer presidenta capaz de liderar con la misma claridad una agenda de transformaciones? Porque más allá de la alternancia de gobiernos, las instituciones en América siguen arrastrando sesgos que limitan la irrupción de liderazgos femeninos en las más altas responsabilidades.
Chile tiene en el progresismo, en Jeannette Jara un referente de esa posibilidad. Ministra de origen popular, con trayectoria sindical, política y de gestión, su figura encarna lo que podría significar un liderazgo femenino en La Moneda: una presidenta capaz de unir la agenda de derechos sociales con un compromiso real por la igualdad de género. Jara abriría un nuevo ciclo en la política chilena, no solo porque rompería con la resistencia histórica hacia las mujeres en la presidencia, sino también porque desafiaría el sesgo de clase de la política, abriendo esperanzas para muchas jóvenes que hoy buscan adentrarse en la política y en las dirigencias sociales, mujeres que históricamente han sido relegadas a la sombra.
Desde la independencia, los hombres han monopolizado la presidencia y la toma de decisiones en América Latina durante más de 200 años, mientras que las mujeres recién comienzan a irrumpir en los espacios de poder. La historia política demuestra que, aunque las candidaturas femeninas se han multiplicado en las últimas décadas, la representación real en los más altos cargos sigue siendo limitada.
El Grito de América que Sheinbaum lanzó en el Zócalo resuena más allá de las fronteras mexicanas: es un recordatorio de que las mujeres no solo fueron protagonistas en las independencias del siglo XIX, sino que deben ser protagonistas en las democracias del siglo XXI, es también un llamado a romper siglos de hegemonía masculina y construir una democracia más inclusiva y representativa.