Estonia, un ejemplo de modernización estatal – Alonso Escobar – Opinión

Estonia, un ejemplo de modernización estatal – Alonso Escobar – Opinión
  • Estonia, es una nación que colinda con el Mar Báltico, al norte de Europa, que apenas sobrepasa el millón de habitantes, no muy rica en recursos naturales, ni tampoco se caracteriza por haber tenido una historia muy benévola; fue anexada como república satélite de la ex Unión Soviética, y solo alcanzó su independencia en los años 90s. Pero sin embargo es todo un ejemplo de modernización estatal para nosotros; sin olvidar que se ha transformado en el Silicon Valley del viejo continente; de hecho, la compañía mundialmente conocida Skype, nació en este lugar, y es a su vez un faro de prosperidad económica; ampliamente comentado por el conferencista TED español Enrique Fonseca.

Como buen país pequeño, posee una burocracia estatal igual de pequeña, una planilla funcionaria escueta, (quizás es más difícil de justificar ante el contribuyente); en donde se minimiza al máximo los trámites burocráticos, y se intenta reducir un aparato gubernamental que no contribuya al PIB, el cual necesariamente se tendrá que financiar mediante impuestos, mediantes deuda pública o la explotación de un medio de producción.

Es tanto el avance minimalista estatal estonio, que prácticamente todos los trámites burocráticos se realizan por internet, permisos, documentos etc., pero no se queda ahí, también el equivalente a diligencias notariales o la reserva de hora a un médico. En la misma línea de ideas, Estonia fue el primer país del mundo que aprobó y aplicó el voto por internet, para las elecciones de autoridades; es tan trascendental este punto, que refleja un verdadero pacto de confianza con la tecnología y la digitalización de la sociedad, sin olvidar el enorme ahorro en transporte, personal, papel, entre otros.

Además, Estonia creó la denominada residencia digital, esto es, que se puede tener residencia en este país, sin estar físicamente en este lugar; si bien no otorga los derechos de un ciudadano con derecho a voto, si se puede abrir cuentas corrientes, hacer trasferencias internacionales, crear empresas, en una nación que no es precisamente un paraíso fiscal, ya que el impuesto de primera categoría es del 20%, (más bajo que en Chile), y al alcance de micro y pequeñas empresas; todo lo cual ha dinamizado la economía y acrecentado las arcas fiscales del país báltico.

No obstante, toda esta especie de “Gran Hermano” digital, producto del almacenamiento de los datos personales de los ciudadanos, en los servidores electrónicos, en ningún momento se ha traducido en una dictadura omnipresente que controla la vida de los seres humanos; en vista a que cada persona puede enterarse en tiempo real, si algún ente estatal, privado, o acceso no autorizado a tales datos, está ocurriendo, con solo entrar a una página web de protección para este fin, y exigir que se den la explicaciones del caso al responsable de tal intromisión y/o iniciar las acciones legales que procedan.

Sin duda que Estonia es un ejemplo a tener en cuenta, en la ya impostergable y errática modernización del Estado chileno.