Un gobierno que resiste a la mayoría – Víctor Maldonado – Opinión
Un gobierno que resiste a la mayoría
Víctor Maldonado R.
El debate sobre la prescindencia en el plebiscito muestra las contradicciones del oficialismo, porque es una deliberación que ni siquiera se debería estar dando. Cuando el país es llamado a tomar una decisión en las urnas, el único papel que le cabe al gobierno es garantizar la libre expresión de los ciudadanos.
Si el debate se instala en el oficialismo es porque una necesidad muy grande los obliga a plantearse un escenario en extremo riesgoso.
Si el gobierno se plantea dejar de ser prescindente es porque su coalición ha resuelto jugarse por el rechazo al cambio constitucional, a sabiendas que tendrá como efecto la derrota oficialista frente a una mayoría ciudadana que logrará que el Apruebo triunfe. El gobierno de todos los chilenos pasaría a ser el gobierno de la derecha, resistiendo a la mayoría de los chilenos.
Ya es difícil mantener la estabilidad del sistema con un Ejecutivo que exhibe más errores que aciertos, que tiene muy poco apoyo y que se allana a los consensos amplios solo después de haberse opuesto todo lo que puede. Tras esta equivocación se instalaría una polémica sobre la legitimidad de los ocupantes de La Moneda, lo que aumentaría la tensión política a niveles inimaginables.
¿Por qué, entonces, la derecha evalúa meterse en la pata de los caballos? Hay una sola respuesta posible: para sustentar sus planes futuros, necesita “perder ganando” en el plebiscito. Se sabe minoría, pero quiere contar con poder de veto al definirse la nueva Constitución. Este objetivo reviste tal importancia que algunos en su interior están dispuestos a asumir los riesgos asociados.
Está de más decir que la inconsistencia no es la mejor forma para ganar la carrera presidencial. Tener un abanderado por el Apruebo y una coalición gobernante jugada por el Rechazo no se ha visto en ninguna parte. Tarde o temprano una de las dos lógicas se impondrá. De otro modo, el oficialismo marcharía directo a una derrota por partida doble.
Este dilema no se despeja con una resolución limpia y transparente. Lo que suceda dependerá del poder real de los distintos actores. Este es un gobierno débil que no está en condiciones de asumir una resolución fuerte e impopular, como es poner en cuestión las reglas de un proceso democrático libre de interferencias ilegítimas. La candidatura presidencial de Lavín no va a permitir que se afecte para mal sus posibilidades de triunfo. Tiene la capacidad de conseguir que lo peor no ocurra, pero no de que el error escurra, es decir, que se implementa igual bajo cuerda.
La solución de compromiso en la derecha será el mantener un discurso oficial de prescindencia y públicamente se verán garantías de neutralidad. Será un secreto a voces que la mayoría por el rechazo tendrá manga ancha para operar y esto pondrá una dificultad adicional, pero superable, a un proceso en el que la oposición ha de saber triunfar con lo que se presente en contra, incluido el intervencionismo encubierto. El solo hecho de que este debate se esté filtrando, sin hacer mucho misterio de ello, muestra un deterioro oficialista que ya no solo es político. Al final, no hay prescindencia cuando el ministro Interior se declara a favor del Rechazo.


