Opinión “Buenas y malas prácticas. La diferencia que distancia a los Taxis tradicionales de los Uber”
Generalmente nunca solicito el servicio de taxis en el aeropuerto Arturo Merino, pero en esta semana por motivos excepcionales con mi amigo decidimos tomar uno… (grave error), pésimo servicio además de sentir que te están metiendo la mano al bolsillo con tarifas rebuscadas.
El servicio desde el aeropuerto a cualquier parte de la ciudad costaba 12 mil pesos, monto acordado al momento de ser abordados por un captador de clientes, el destino, era la casa de mis padres, sin embargo mi amigo se bajaba antes, situación que detonó una discusión con el chofer puesto que solo por bajarse antes, se le agregaba un aumento de dinero al valor acordado inicialmente. Lo cual lo encontramos un aprovechamiento, puesto que no interfiere con el circuito que te conduce a tu destino.
Pero más allá de una mala experiencia abordo del vehículo, me precio impresentable el comportamiento como chofer del taxista, puesto que una mujer saliendo del estacionamiento del Hospital Clínico de Magallanes, se enfiló para tomar la pista izquierda por avenida Frei y sin medir consecuencias, el conductor le lanzó el vehículo encima, sin tener la amabilidad de darle el paso. La mujer solo lo miro sorprendida. Nosotros con vergüenza, solo nos miramos.
Encuentro que este tipo de prácticas solo mancha aún más la imagen de los taxistas que por cierto no creo que sean todos así. Es un gremio bastante amplio pero que creo que cuentan con algunos miembros con “malas costumbres”, pero también me da a entender cómo él negocios de los Uber va bien encaminado, con un sistema, más tecnológico moderno y lo mejor de todo pensado para los clientes.
Yo particularmente nunca más volveré a tomar el servicio de taxistas en el aeropuerto… se que no haré la diferencia, pero me sirvió para darme cuenta de cómo la brecha entre un antiguo sistema y uno nuevo se separan aún más… está claro que se debe mejorar, y eso lo que se ha visto en lo último 3 o 4 años, un servicios mejorando y otro solo cavando su propia tumba.

Ricardo Rodríguez R.

