¿Está seguro de saber para quién trabaja?  | Víctor Maldonado | Opinión

¿Está seguro de saber para quién trabaja?  | Víctor Maldonado | Opinión


 
El acuerdo entregado hoy por las coaliciones de gobierno no puede ser subestimado con facilidad. La oposición tiene que decir que es insuficiente, pero lo cierto es que establece el apoyo político al Ejecutivo como algo real y permite validar el liderazgo del Presidente de manera significativa.
 
Implica que La Moneda mantendrá la conducción política luego del 4 de septiembre, cualquiera sea el resultado.  Las negociaciones tienen un domicilio conocido y un interlocutor irreemplazable en pleno ejercicio del cargo.
 
Es un logro político de primera magnitud. Antes de esta demostración práctica, el rango de lo esperable se inclinaba hacia el peor escenario. De ganar el Rechazo el oficialismo perdía, junto con el plebiscito, la capacidad de llevar a cabo su programa y la iniciativa política quedaban a la deriva, lo que públicamente presagiaba una etapa de reproches cruzados entre sus partidos.
 
Ahora no es así. Cuando se sabe lo que ocurrirá en las dos vías que abre el plebiscito, la posibilidad de una crisis de conducción se ve superada. Al mismo tiempo, el orden oficialista incentiva un movimiento equivalente en la oposición.
 
Esto se está volviendo un juego de equipos protagonizado por sus titulares, no por suplentes o adláteres. Se puede observar ahora, en las preliminares, cuando se constata que las apariencias de triunfo se quedan sólo en apariencias.
 
Los interlocutores del futuro diálogo serán los líderes de las principales coaliciones, tanto de gobierno como de oposición. Lo que ambas partes buscarán es el acuerdo medular con su contraparte. Lo demás pasa a un segundo plano y existirán satélites orbitando en torno al entendimiento principal.
 
El resultado del plebiscito próximo establece en el punto de partida quiénes serán sus protagonistas. No hay que olvidar el elemento central del escenario que se abre: quien gana el plebiscito necesita de su principal antagonista para cerrar, primero, un acuerdo constitucional y uno de gobernabilidad, después.
 
Por eso, los principales actores cambian según el resultado. Si gana el Apruebo, el gobierno buscará el acuerdo con la derecha, avalado por el hecho probado que puede responder por la disciplina básica de sus bancadas.
 
En este caso, los líderes de centroizquierda que se hayan jugado por el Rechazo jugarán un rol importante porque gozarán de confianza y credibilidad en la oposición, facilitando por ello la concreción de los acuerdos necesarios.
 
En el caso de que gane el Rechazo, es el principal conglomerado de oposición el que necesita un rápido entendimiento con el gobierno, para no conducir al país a la incertidumbre. No habrá tiempo para largos entretelones.
 
La derecha no va a dejar que nadie hable por ella ni tampoco alejará un posible entendimiento principal escogiendo otros interlocutores que los legitimados en La Moneda. Es un trato entre los que tiene votos.
 
Desaparecen los flecos, quedan actores centrales. El futuro es de coaliciones, el acuerdo constitucional se terminará de producir en esta misma administración, las conversaciones serán expeditas, directas y ejecutivas. Por eso no es lo mismo quienes ganan el plebiscito y quienes ganan la conducción futura, por mucho que hayan trabajado, porque no se dieron cuenta para quién lo hacían.