Dejaron casa, recuerdos y parte de su juventud en isla Picton
- Patricio Quelín Nancul, conocía como la palma de su mano la geografía de la ínsula y apoyó a los infantes de marina que arribaron el mes de enero del año 1978, durante la casi guerra entre Chile y Argentina. Todavía recuerda a varios reclutas con los que entabló amistad y murieron en la zona. En tanto, su hermano Fidel y Jorge, nacieron en el conflictivo territorio de 105 kilómetros cuadrados. (BAJADA)
Fidel Augusto Picton Quelín Nancul, 48 años, nació en Isla Picton y en reconocimiento al lugar sus padres lo bautizaron con el nombre de la isla. Su hermano, Patricio, tenía 15 años al inicio del conflicto limítrofe por el Canal Beagle y fue uno de los guías de los infantes de marina que arribaron a principio de enero, a las 3 de la madrugada, del año 1978, en una barcaza civil. Ambos, pequeños ganaderos, usuarios de INDAP, tienen el anhelo de visitar la tierra en la que vivieron gran parte de su infancia y juventud y que debieron abandonar abruptamente el año 1986. Desde entonces, nunca más han regresado.
Atrás quedó la isla, ubicada en el canal Beagle, al sudeste del archipiélago de Tierra del Fuego, la casa que ocuparon de la antigua estancia Soberanía, y el recuerdo de valles, montañas y una zona de bosques inclinados, llamados “árboles bandera” por el fuerte azote de los vientos.
En esa zona de difícil geografía insular, la familia Quelín Nancún, practicó una ganadería próspera y una agricultura al aire libre, con lechugas, acelgas, cilantro, zanahorias, papas y un sistema de regadío natural proporcionado por las constantes lluvias, que a la distancia de los recuerdos -asegura Patricio- era un “verdadero milagro”.
“La mayoría de quienes llegaron a poblar la isla venían de Chiloé y trabajan cultivos al aire libre. La papa salía muy buena y guardábamos para todo el año. Igual la acelga, zanahoria, y lechuga, se daban bien al aire libre. Mi mamá, Laura, no tenía problema entre el verano y marzo con su cosecha. La tierra era más vegetal allá, de muy buena calidad, mucho mejor que en Puerto Williams que está muy degradada”, dice Patricio Quelín Nancul, 59 años.
Pero la historia de la zona tiene una data más antigua, los yaganes la llamaban Shukaku, concepto que significa «isla de pastos». Más tarde, fue bautizada definitivamente por los navegantes ingleses Parker King y Fitz Roy como isla Picton, en memoria del militar británico Thomas Picton, muerto en 1815 en la batalla de Waterloo.
El año 1968, cinco familias llegaron a poblar la isla, al sector de Caleta Piedra, entre ellas los Quelín Nancul, bajo el amparo de la Corporación de la Reforma Agraria, CORA.
“En esos tiempos la gente se abastecía de las siembras, había harta carne de bovino, ovino, y caballares. Igual la alimentación de mariscos era buena, no había marea roja y se consumía sin problemas. La gente iba a Williams una o dos veces al mes para traer fideos, arroz y esas cosas”, recuerda Patricio, quien espera volver algún día y recorrer los parajes con los que todavía sueña. Aún -dice- recuerda a su madre tejer en un telar durante el frío invierno.
Un carabinero propuso el nombre
Picton es el tercer nombre de Fidel Augusto, el hermano menor, de siete. Nació el año 1974. Cuenta que un carabinero de Puerto Toro que asistió en el parto le dijo a su madre, Laura, que le pusiera el nombre de la isla. Y así lo hizo. Hoy, se siente orgulloso de los nombres que lleva en el carné, el tercero es el que más le gusta, porque lo identifica con la infancia, con los sueños, con la vida familiar.
“Me encantaría poder ir a Picton, con mi pareja. No sé cuántas personas tienen un nombre de isla; de la mía, deben ser pocos. Siempre miro hacia el sur del canal Beagle y me acuerdo de esos tiempos. Iría si se da la posibilidad, pero solo de visita, porque ya tenemos nuestra vida en Puerto Williams”, precisa Fidel Augusto Picton. Otro hermano, Jorge, también nació en la isla, unos años antes que él.
El año 1978, la normalidad cambió radicalmente. Picton Quelín no tiene recuerdos precisos. Pero sí, Patricio, con 15 años había recorrido toda la isla y la conocía a la perfección. Una experiencia que sirvió a los infantes de marina para el traslado entre Caleta Piedra, lugar de arribo, y la base en la cara de la isla que mira hacia los islotes argentinos.
El conflictivo 1978
“Habíamos terminado hace pocos días de celebrar el Año Nuevo, y llegaron en la barcaza de la comunidad para pasar desapercibidos. Yo los guíe en el traslado, en la primera partida eran como 80 infantes, salimos a las siete de la mañana de Caleta Piedra y llegamos a las siete de la tarde. Iban muy cargados, con armamento y pertrechos, por eso no demoramos, ese recorrido dura como cuatro horas a caballo”, cuenta Patricio Quelín.
Recuerda que se veían muy jóvenes, a la mayoría los veía de su edad y entabló amistad con varios. Incluso con algunos que perdieron la vida por las minas antipersonales desperdigas en algunos sectores de la isla o por el mal manejo del material bélico.
“La mayoría eran del norte, todos cabritos, yo andaba por ahí con ellos. Les hacían cargar los morteros, y esas cosas”, va contando y mostrando algunas imágenes. Asegura que los ingenieros tendieron cables con líneas telefónicas, uno quedó en su casa para las emergencias. Y cada vez que alguien de su familia viajaba a Puerto Williams tenía la responsabilidad de cargar con la correspondencia que le llegaba a los marinos que al inicio permanecían hasta dos meses antes de ser relevados.
“Uno se encariña con la gente, todavía me acuerdo del Cabo Alegría que durante una guardia perdió las marcas y pisó un campo minado. Los perros con esquirla llegaron a avisar a la base y lograron así salvar a sus compañeros. Una grutita por ahí lo recuerda. También al Cabo Villablanca que murió producto de un mal manejo de un mortero húmedo. Los dos estuvieron en mi casa, compartí con ellos. Hubo varios accidentes, en otras islas que también tenían infantes atrincherados”, va narrando sin parar como si se tratara de una película que acaba de ver.
La enfermedad de los padres y el aislamiento obligaron a la familia Quelín Nancún emigrar el año 1986 de la isla Picton. Hoy, están en conversaciones con las autoridades para poder regresar de visita al lugar de su infancia y juventud.
Actualmente, en la zona, existe una alcaldía de Mar que custodia y presta ayuda a las naves que surcan los mares australes chilenos.

