La publicidad y el llamado del Washington Post a no consumir salmón chileno

La publicidad y el llamado del Washington Post a no consumir salmón chileno

Estas últimas semanas, la industria de los salmones ha sido golpeada por la publicidad, la mala publicidad. 

Días después de que los abogados de la salmonera Joyvio, Gabriel Zaliasnik y Jaime Winter, interpusieron una ampliación de la querella criminal ante el Cuarto Juzgado de Garantía de Santiago en contra del empresario Isidoro Quiroga y los exejecutivos de Australis Seafoods, a quienes acusaron de montar una «organización delictiva», la industria llevó a cabo la primera edición del seminario «Salmón Summit 2024: potenciando la salmonicultura chilena al 2050», organizado por SalmonChile.

Más allá de la mirada estratégica, la industria buscó dar un golpe de efecto en la valoración colectiva hacia la industria, siendo el expresidente Eduardo Frei a quien pusieron en la testera principal para golpear la mesa y pedir que dejaran de «ningunear» a la industria del salmón, para lo cual atacó duramente la Ley Lafkenche. Pudo haber surtido el efecto diseñado, de no ser por el enconado intercambio de columnas de opinión que vino después.

Estefanía González, jefa de campañas de Greenpeace, publicó una columna que puso el acento en lo que llamó la «avaricia de la industria». En un hecho inédito, Cristián Swett, gerente general de la salmonera Multi X, en otra columna, contraatacó con todo, acusándolos de diseminar desinformación y buscando redirigir el escrutinio público hacia las propias ONG con la siguiente pregunta: ¿Por qué estas organizaciones, que afectan directamente a nuestra industria, a nuestros colaboradores y proveedores, no divulgan la procedencia de sus fondos?

  • ¿El resultado? En lugar de abrirse el debate sobre la transparencia del financiamiento de las ONG internacionales, la discusión que prosiguió se volcó sobre sí misma, al reinstalarse en el debate la formulación de cargos que hizo la Superintendencia del Medio Ambiente (SMA) contra Multi X, por la sobreproducción de 7.271 toneladas de salmones en uno de sus centros en la Reserva Nacional Las Guaitecas, ubicada en Aysén.

Mientras dicho enfrentamiento parecía estar centrado entre cuatro paredes, el influyente medio estadounidense The Washington Post realizó una publicación en que recomendó no consumir salmón chileno, debido a su huella ambiental. En síntesis, alertó a sus lectores que, si querían mantener una dieta sustentable, no debían comer salmón chileno, citando para ello un informe de Seafood Watch –el programa del acuario de Monterrey que elabora una “Guía del salmón sustentable”–. Según dicho informe, el 64.8 % del salmón que se produce en Chile tiene un “alto riesgo ambiental”. Por lo mismo, los autores Naema Ahmed y Allyson Chiu llamaron a consumir salmón silvestre de Alaska, procesado localmente, por ser el que acarrea el menor impacto ambiental, aunque ello signifique un precio más elevado del producto.

Frente a esta sumatoria de mala publicidad, Loreto Seguel, directora ejecutiva del Consejo del Salmón (CDS), organización distinta a SalmonChile, prefirió mirar el vaso medio lleno. En lo sustantivo, me dijo que «el artículo publicado por The Washington Post contiene una afirmación muy positiva para la industria del salmón, ya que indica que, sin importar si es salmón cultivado o capturado, es una alternativa significativamente mejor para el cuidado del medio ambiente que las otras proteínas animales», citando como fuente al National Center for Ecological Analysis and Synthesis.

  • En cuanto a la polémica de la industria con las ONG, agregó Seguel que «como CDS no nos corresponde referirnos a lo que otros liderazgos opinan y generar una polémica por ello. Hoy, todos quienes formamos parte del ecosistema de esta industria estamos trabajando para proyectarla en forma sostenible desde los diversos roles que nos tocan cumplir».

Fuente: Juego Limpio | El Mostrador.