El diseño del miedo: la política reducida a panfleto | Carolina Guzmán Navarro | Opinión

El diseño del miedo: la política reducida a panfleto | Carolina Guzmán Navarro | Opinión

El diseño del miedo: la política reducida a panfleto
En tiempos de incertidumbre, la forma es tan importante como el fondo. El Plan escudo fronterizo y el Implacable de José Antonio Kast no es solo un conjunto de propuestas de seguridad: es, ante todo, son artefactos comunicacionales. Su estética, su lenguaje y hasta la disposición de los párrafos nos dicen más de lo que parece.
Estos documentos buscan vestirse de seriedad técnica —tipografía sobria, listas numeradas, frases en negrita—, como si fuesen un informe de política pública. Pero detrás de esa fachada se esconde la lógica de un simple panfleto: frases cortas convertidas en consignas, cifras alarmantes sin ningún rigor ético son presentadas sin contexto, y un permanente contraste entre “ciudadanos honestos” y “criminales desatados”, “ilegales” y “soberanía nacional”. Es, en rigor, una promesa mesiánica, una pieza que busca instalar miedo y ofrecer un salvador.
El recurso no es nuevo. Donald Trump lo hizo con su promesa de un muro contra los inmigrantes, Jair Bolsonaro con sus apelaciones a la “guerra contra el delito”, y Marine Le Pen en Francia con su narrativa sobre el “retorno del Estado” frente a la inmigración. Kast sigue la misma molde: reducir la política en un campo de batalla moral, donde el país se juega la vida o la muerte, el orden o el caos.
La estética de ambos es coherente con esa estrategia. No hay colores suaves ni gráficos complejos, con un fuerte golpe visual estético del franquismo: blanco, rojos y negro, viñetas y frases hechas para ser vociferadas en una plaza. No busca explicar un problema estructural o su solución integral, sino de reducirlo a un enemigo reconocible y a un líder-salvador que promete derrotarlo. Es el populismo de la seguridad, que convierte el miedo social en capital político y el diseño en arma de campaña.
El peligro es evidente: cuando la estética del miedo se instala, la política se simplifica y la democracia se debilita. Lo que aparece como un conjunto de planes de seguridad para gobernar es, en realidad, un compendio mezquino de manuales de cómo transformar la angustia la ciudadanía en votos.