“Mensaje papal”, El que no se alegra es tonto. Por Ramón Arriagada Empresario

“Mensaje papal”, El que no se alegra es tonto. Por Ramón Arriagada Empresario

 

ramonarriagadaLa inmediatez y la vida  repleta de nimiedades a veces asusta. Las noticias se arrastran porque nadie las agita y las apura. El núcleo gobernante en todos sus análisis hace referencia a la falta de difusión de sus logros. La oposición aprieta cuan fría culebra a los asesores gubernamentales y estrecha su torque diabólico,  argumentando ante cada anuncio de reforma,  que si siguen en su prédica el engranaje productivo  se  trancará con serias consecuencias en el empleo y el equilibrio republicano.  Es un libreto en extremo  pérfido y  paralizante.

La siesta natalina se agita de cuando en vez,  por campañas radiales en favor de algún vecino que necesita unas moneditas para cancelar los gastos de estadía en centros de salud, lejanos en distancia y plata. La próxima elección municipal, al parecer ya no es tema que inquiete, pues el alcalde UDI se hizo parte del paisaje del otrora “territorio allendista”. A nivel regional  en medio del inmovilizado rebaño partidista gubernamental, está el intendente que con la tranquilidad y astucia de un Pastor de los Pirineos, se limita a esperar pacientemente a los depredadores políticos del régimen, que no aparecen por ningún costado.

Pero en  la tranquila  campiña natalina, no se ha tomado conciencia  que con el llamado hecho desde el gobierno regional de Aisén para adjudicar la navegación entre Puerto Yungay  y Puerto Natales, se vienen tiempos auspiciosos en el desarrollo local.  Para personas ligadas al desarrollo de Ultima Esperanza, se trata de la materialización de una iniciativa de  trascendencia aún no evaluada en su impacto social.  Para los habitantes del sur de la región aisenina es prolongar la carretera austral en un circuito de proyecciones turísticas y económicas impensadas. Evaluado sin apasionamientos, el unir Puerto Yungay con  Caleta Tortel, pasando por nuestro abandonado Puerto Edén para llegar a Natales, es una de las señales más potentes de soberanía de un gobierno chileno en los últimos cuarenta años.

Las bases de la navegación entre Puerto Yungay y Puerto Natales y que están siendo analizadas por los armadores interesados, exigen un barco de 70 metros de eslora, provisto de 100 butacas del  tipo semi-cama, servicio de cafetería y baños con duchas.  Deberá tener una capacidad de carga mínima de 150 metros lineales. Y  quizás lo más importante, contenedores  para transporte de carga en frío y congelada. ¿Se imaginan la utilidad de estos contenedores para los  productos del mar provenientes de Tortel y Puerto Edén?.  Piensen por un momento en las perspectivas del abastecimiento en la cocina del turismo nuestro.

Para  las finanzas públicas del país – la navegación que se viene- tendrá un costo de  $ 209.716.000  en subsidio mensual para este transporte.  En temporada alta de noviembre a marzo las bases exigen un viaje semanal de ida y regreso.  Para la planificación de un viaje, si el barco parte desde Natales a las 5.00 de la madrugada de un día martes, usted estará llegando a  Caleta Tortel el miércoles a las 22 horas.

Son los hechos trascendentes que nos hacen sentirnos protegidos por un Estado presente, que quiere entregar conectividad y bienestar,  a quienes vivimos en estos territorios  donde  tanto cuesta afincar población.  Una medida excepcional, que olvida la receta neoliberal del costo- beneficio. Son las cosas maravillosas que nos suceden prontamente como comunidad y que aún no están en los libretos de los propagandistas de “Natales, una ciudad que emprende”.