¡Natalinos Llorones!, Por Ramón Arriagada
El senador Antonio Horbath en su cuenta twitter, nos recordaba que el lunes de esta semana, finalizaba una nueva etapa del Proyecto “Fibra Optica Austral”; ahora hay que esperar el miércoles 26 de octubre, día fijado para el Acto de Apertura de las Propuestas. Con ello, comienza a hacerse realidad un proyecto de proporciones, con el cual comienzan a caer lentamente las barreras del aislamiento de las regiones australes con el resto de Chile.
Se estima que la fibra óptica será una de las grandes realizaciones del país en cuanto a comunicaciones. Con vergüenza debemos reconocer que hasta ahora, este factor de importancia vital para la soberanía chilena, está en manos de las empresas privadas de comunicaciones que se valen del cable de las provincias argentinas del sur. Ese ramal denigrante que muchas veces nos incomunica por accidentes como el descuido de un operador de una retroexcavadora en el territorio argentino.
Es tan colosal el esfuerzo del Estado chileno por materializar esta conexión de fibra óptica, que deberá desembolsar 100 millones de dólares, pues el trazado será de 3 mil kilómetros por vía submarina; favorecerá a alrededor de 300 mil habitantes desde Cochamó hasta Puerto Williams. Para no complicarnos con tanta numerología, baste decir, que el Estado nuestro ha invertido en los últimos cinco años en infraestructura de telecomunicaciones 120 dólares por habitante. En este país de las cabezas gachas ( ¿ Por qué no sueltas el maldito celular?), somos líderes en telefonía móvil, con más aparatos telefónicos que habitantes. Claro, que aún estamos lejanos de los países de la OCDE, que por este concepto invierten US$ 152 promedio por habitante. Con esta inversión en fibra óptica hacia nuestros territorios, el Estado estará invirtiendo 330 dólares por habitante. Lo mínimo es reconocer dicho privilegio.
A esta altura del debate es cuando uno se cuestiona la efectividad del papel del “mercado”, desde el punto de vista neoliberalista, con su propaganda han institucionalizado la idea del Estado, como encarnación del mal. Cuántos han internalizado el concepto, que las grandes cifras macroeconómicas, son prueba fehaciente del éxito del modelo neoliberal. La lección que deben dejar en los ciudadanos las medidas del Plan de Zonas Extremas es, el Estado siempre está, a diferencia del capital privado que aparece sólo en aquellos lugares en donde se puede obtener utilidades.
Esta confusión fue doctrina de no pocas autoridades “concertacionistas” del pasado, que privilegiaron el desarrollo de la metrópolis regional, despreocupándose de la marginalidad de Ultima Esperanza, Tierra del Fuego y Navarino. Así como la administración piñerista demoró su decisión de ampliar el aeropuerto natalino, para las autoridades en referencia, los números no daban para muchas de nuestras peticiones en sus inmaculadas planillas de rentabilidad social. En diciembre de este año las dos principales líneas aéreas nacionales, llegarán y partirán con nuestros viajeros desde aquí, generando en los natalinos un sentimiento de igualdad con el resto de los chilenos. Y pensar que muchas autoridades, aplazaron justas peticiones nuestras, motejándonos de “Natalinos llorones”.
Algo huele bien en Natales. El turismo, nuestra palanca de desarrollo, donde depositamos todas nuestras apuestas, permite generar un desarrollo armónico y seguro; los jóvenes nuestros ya no emigran, tenemos una mano de obra con empleo pleno; la conectividad marítima con el sur de Aisén es una realidad que está ahí; los habitantes de Puerto Edén viajan de puerta a puerta sin el salvajismo de depositarles sus pilchas en un bote en noches de tormenta. Ni hablar del nuevo hospital, la unión con Punta Arenas por el Seno Obstrucción, el ensanchamiento del Kirke. A lo mejor es un premio para quienes esperamos, por años en Puerto Natales, un Estado Presente.

