No me ayude compadre | Víctor Maldonado | Opinión

No me ayude compadre | Víctor Maldonado | Opinión

Óscar Landerretche provocó una inesperada ruptura del buen trato entre candidaturas a petición de nadie. Debiera ser posible participar de los debates con ocasión de las primarias sin denostar a los participantes.

Se puede tener una competencia democrática intensa y dura sin pasar al cuestionamiento ético de otros. Invertir la dirección de la superioridad moral sigue siendo el mismo error, sin importar quién resulte juzgado.

Cuando se transgrede un cierto límite, las supuestas diferencias pasan a un segundo plano porque las agresiones cruzadas se pueden tomar el protagonismo con independencia de las materias que se estén discutiendo.

Es el proceso en conjunto el que ha recibido una agresión. No basta con adherir a una candidatura para ser representativos de sus contenidos y estilos. El individualismo no es de centroizquierda.

Siempre hay que pedir aclaración de los hechos antes de iniciar una réplica formal. El rápido esclarecimiento de las cosas fue muy oportuno. Esperemos que nadie sienta que tiene licencia ahora para una réplica igual de imprudente.

Los voceros de una candidatura, y no me refiero a este caso por tratarse de una vocería ficticia, deben representar las ideas de la opción presidencial, tanto como el tono y el estilo del propio abanderado o abanderada. No es una licencia para ponerse creativos, ni una oportunidad para el lucimiento personal.

Los voceros están para clarificar y profundizar mensajes, no para promocionarse a sí mismos en donde sea y con el propósito que sea. La candidatura de la ponderación no puede sorprender con mensajes irritantes e hirientes.

La primaria es una obra colectiva en la que se colabora compitiendo por escoger un liderazgo marcando diferencias que no son irreductibles, sino de grado.

La idea opuesta es respetar el resultado solo en el caso de que favorezca a la opción que se tiene. Es usar un procedimiento democrático para una mentalidad no democrática y autoritaria.

Los otros están para ser integrados, no para ser sometidos. No se critica los malos comportamientos imitándolos o superándolos en su error.

No es aceptable que los cuatro candidatos en primarias hayan sabido guardar el buen tono y algunos se den el gusto de decir lo que quieran. Importa parar esto apenas se presenta el primer caso, porque nadie está exento de que lo apoye un desubicado, pero se tiene la obligación de ubicar a quien se desorienta.

Cuando se transgreden las normas que todos respetan es cuando nos damos cuenta de que ellas existen y han sido importantes. Se dice que las primarias serán un éxito según el número de participantes que convoque, pero lo que más interesa es que la centroizquierda quede en capacidad de seguir creciendo en apoyo y de integrar sus distintas vertientes.

Para eso se necesita que la campaña haya sido de la mejor calidad posible y se centre en diferencias políticas. Bajo ninguna candidatura presentada en primarias es posible tolerar que alguien tome tribuna para desestabilizar una convivencia respetuosa que se ha ido forjando entre todos.

El objetivo de la primaria no es perder lo que se tiene, sino ganar lo que falta.

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